No sé si Luis Alfonso Hoyos es culpable. No lo conozco, como para defenderlo o atacarlo, y tampoco conozco los detalles del proceso en su contra. Su condición de figura pública, como es normal, ha suscitado que su reputación oscile entre la pulcritud, la santidad incluso, y la criminalidad. Y la verdad es que no podría decidir entre una cosa o la otra. Sobre la acusación en su contra, por haber sido el autor intelectual de la contratación del hacker, con el fin de interceptar y sabotear los diálogos de La Habana, no podría decir nada, a parte de comentar el consabido video. Algunos de sus seguidores parecen tener resuelto lo anterior, y con plena seguridad, acompañada de un fervor sorprendente, han emprendido la labor de defender a Hoyos, como si de su propia vida se tratara.
Algunos de sus argumentos han sido, quizá, demasiado ingeniosos, por no decir absurdos. Una que otra de esas joyas notables pueden encontrarse en una columna que publicó Edgar Artunduaga en el portal Eje21, titulada “No puede ser bribón si comulga todos los días”, que valdría la pena someter a una revisión por parte del acertado Quirófano Lógico, de La Penúltima Verdad.
Lo primero que salta a la vista de lo que escribe el señor Artunduaga es que un amigo suyo, que sí conoce a Hoyos, dice que es inconcebible que alguien así pueda delinquir, “un tipo que comulga todos los días y no se pierde misa los domingos”. Esto no cumple ni siquiera con el requisito indispensable de la confiabilidad de la fuente, porque la fuente es tan, pero tan difusa, que es desconocida. Hay que reconocer que la frase no es del todo inútil, pues uno podría pensar que ayuda en la intricada labor de resolver el enigma de por qué el cargo de Luis Alfonos Hoyos en la campaña a la presidencia de Zuluaga era el de “asesor espiritual”.
Artunduaga resalta que tiene cara de seminarista o cura, insistiendo en la idea de que alguien así no podría delinquir, pintándolo de oveja inofensiva, de oveja de Dios, como si las ovejas de Dios no pecaran y su prontuario no fuera tan extenso que atraviesa los milenios. Eso es justo lo más llamativo del argumento del periodista, retoma un prejuicio de otros tiempos que atenta, incluso, contra la autenticidad de la religión: que los que cumplen con los signos exteriores de una religión particular, como ir a misa, comulgar, hacerse la circunsición, decir mil veces Jesús, caminar de rodillas o tener cara de virgen, son santos, de manera automática. Desconociendo lo que la historia ha desmentido tantas veces.
Otras características suyas que se resaltan en el texto es que tiene buena memoria, le iba muy bien en el colegio, es muy inteligente, lee “compulsivamente” y “tiene una recordación fotográfica de la geografía de Colombia”; las cuales no entiendo qué tienen que ver con su inocencia, pues cuántos criminales –verdaderamente temibles–han tenido las mismas virtudes. Después, se defiende su transparencia y se explica el verdadero motivo por el que se le asignó como “asesor espiritual”, por ser un paladín de la ética y las buenas costumbres, promotor de los “cambios humanos en la gente”.
Por último, Artunduaga hace un recuento de las grandes labores que mister Hoyos –quien hoy reside en Estados Unidos– ha cumplido en los diferentes cargos que ocupó a lo largo de su carrera política, además de resaltar el sentido “espiritual” con el que acompañaba dichas tareas. Después de leer la columna de Edgar Artunduaga, director del noticiero Todelar de Colombia, me queda claro que Luis Alfonos Hoyos parece ser un buen tipo y un católico devoto, pero sigo sin saber nada acerca de su culpabilidad o inocencia, de la que, con toda honestidad, me gustaría que nos convencieran.
Columna de Artunduaga: http://www.eje21.com.co/2015/06/no-puede-ser-bribon-si-comulga-todos-los-dias/
La Penúltima Verdad: http://www.lapenultimaverdad.com/