De niño lo conocí en las Minas de Matahambre. Un día anunciaron con bombos y platillos a tres jugadores foráneos contratados por la compañía minera: el jardinero zurdo Eulogio Osorio Patterson, Dámaso Torres, un lanzador a quien llamaban El Diamante Negro, oriundo del poblado de Las Ovas y el camarero marianense Alejandro García Chaterloin. Los tres parecían estar por encima de aquella liga.