Cuando escuchó por primera vez la frase: "si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre ustedes", tenía sólo 7 años, por lo que se ha tenido que formar una imagen de su padre a partir de sus pocos recuerdos, escritos, historias ajenas y relatos de su madre.
"¿Por qué quiero a mi papá?"
Al cumplir 16 años, Aleida se hizo una pregunta que la puso contra la pared: "¿Por qué quiero a mi papá si no lo tuve casi nunca a mi lado?".
Hasta esa edad ella no había reparado en eso.
"Los padres no siempre tienen automáticamente el afecto y el cariño de sus hijos, hay que cultivarlo, ganarlo, y mi papá no había tenido tiempo para hacerlo […]. En aquel entonces, me pregunté por qué […]. A pesar del poco tiempo que convivimos, mi papá se había ganado ese afecto, ese amor y ese respeto que siempre he tenido por él. Papi demostró que era un hombre con una gran capacidad para amar, y que, a pesar de la distancia y el tiempo, logró que nosotros lo quisiéramos y lo amaramos".
Imagen imborrable
Una escena familiar cotidiana le dejó a la hoy médico pediatra el recuerdo más hermoso que conserva de su padre.
Tenía unos cuatro años y aquel fue el día que vio juntos a sus padres por última vez.
"Esta mi papá vestido de militar y yo estoy mirándolo como de un perfil. Mi madre está de espaldas a mi papá y en su hombro está la cabecita de mi hermano más pequeño, Ernesto, que apenas tiene un mes de nacido. Él, con una mano grande, está tocando la cabecita del niño, pero lo hace de una manera muy especial… Hay mucha ternura en esa escena. Yo tenía apenas cuatro años y medio […]. Muchos años después yo supe que esos fueron los últimos momentos que estuvo con nosotros".
El león de peluche
En el documental, Aleida Guevara confiesa que aún hoy atesora uno de los pocos regalos que le hizo su padre: un león de peluche.
Cuenta que, siendo niña, su madre, la también guerrillera Aleida March, detectó su temor de ir al baño por las noches y, entonces, le leyó el cuento de un niño que tiene mucho miedo, se encuentra con un león, y ese león lo acompaña hasta que el niño deja de tener miedo.
Por esos días el Che se encontraba en África, pero su esposa logra contarle lo sucedido.
"Él decide mandarme de regalo un león de peluche. Fue una cosa muy bonita para mí, y ahora que soy adulta lo valoro mucho más, porque era un león que representaba el verdadero animal del cuento; por tanto, iba a ser mi compañero a partir de ese momento. Además, era un regalo de mi papá, que casi no lo hacía, porque papi en esas cosas era muy austero", relata.