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General: Nisman dio órdenes sobre la causa hasta horas antes de morir
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 18/06/2015 03:00

Nisman dio órdenes sobre la causa hasta horas antes de morir

"Mirá cómo tengo que trabajar." Todas las cortinas del departamento de Alberto Nisman estaban cerradas. Era el viernes 16. Su secretaria, parada en la puerta, le dio los papeles que él quería, conversaron unos minutos y se fue. Encerrado en la torre de Puerto Madero, el fiscal preparaba su visita del lunes al Congreso, para exponer ante los diputados.

Los días previos a su muerte, Nisman no paraba de pedir cosas: dar órdenes, juntar documentos y encargar tareas para la semana siguiente. Nada que sorprendiera a su equipo, acostumbrado a un sistema de trabajo sin horarios.

Muchos de esos pedidos fueron para Soledad Castro, la secretaria letrada de la fiscalía que se quedó durante la feria, una de las pocas personas en las que Nisman confiaba para trabajar y de las últimas que lo vieron con vida. El sábado se contactaron por teléfono todo el día, desde la mañana hasta las 19, cuando él le anunció que la iba a necesitar el domingo al mediodía: quería reunirse con ella para cerrar su presentación en la que acusaba a Cristina Kirchner por encubrimiento. Esa llamada fue el último contacto. Ninguno de los WhatsApp que Castro le mandó la tarde del domingo fue respondido. Por la noche, parada en la vereda de la torre Le Parc, ella escuchó de un custodio que su jefe estaba muerto.

Durante los últimos días, la fiscal Viviana Fein citó a declarar a varios miembros de la Unidad Fiscal AMIA como testigos en la causa que deberá determinar si se trató de un suicidio o un crimen. LA NACION reconstruyó su contenido de fuentes con acceso a la investigación.

Quienes trabajaron con él coinciden en el perfil del fiscal. Nisman era hiperkinético, obsesivo, celoso de su trabajo y distante con sus empleados. El último fin de semana había estado trabajando full-time en la presentación del lunes 19, cuando debía ir al Congreso a exponer la denuncia contra la presidenta Cristina Kirchner y su canciller, Héctor Timerman, a quienes acababa de acusar de haber desviado el curso de la investigación por el atentado, causa de la que él era fiscal, para favorecer a los iraníes que estaban comprometidos.

En la planta de la fiscalía nadie dijo haber escuchado de Nisman que tuviera miedo o que hubiera recibido nuevas amenazas en los últimos días. Sí lo dijo Diego Lagomarsino, el experto informático que le dio el arma con la que el fiscal apareció muerto. Pero Lagomarsino era un contratado externo. Con la gente de planta Nisman no tenía tanta confianza, explicó un funcionario que conoce la Unidad.

Nisman está muy lejos del prototipo del fiscal. Su método particular de trabajo incluía muchos días en los que no iba a la fiscalía y montaba su oficina en Puerto Madero. Estaba conectado todo el tiempo y pedía cosas a cualquier hora, incluso los fines de semana. Los mensajes de despedida de sus hijas lo ratifican. Hablaban de una vida dedicada al trabajo.

Otra característica de su método era que centralizaba él toda la información y se cuidaba mucho de que nada se filtrara. Para eso, dividía las tareas sin darle demasiados detalles a nadie. En el caso de la denuncia contra la Presidenta, sólo un pequeño grupo de colaboradores tenía acceso a todas las pruebas y sabía a quién apuntaba el caso. Los demás trabajaban en medidas concretas -por ejemplo, con las escuchas- a ciegas del mapa total.

Fue su grupo más cercano el que ratificó ante la Justicia que Nisman llevaba muchos meses trabajando en su denuncia y que la tenía casi lista cuando se fue a Europa de vacaciones. Muy cerca de partir, el 31 de diciembre el fiscal cambió la fecha de regreso a Buenos Aires. Ya no volvería el 19, sino el 12 de enero. Esto sólo se lo informó de antemano a un funcionario de su equipo.

Esos primeros días de la feria en la Unidad siguieron trabajando en la denuncia, con indicaciones que recibían del fiscal, pero sin que él les comunicara expresamente que iba a presentarla tan pronto volviera.

Tras la muerte de Nisman, la Presidenta sugirió que no había sido él el verdadero autor de esta denuncia, sino que la había recibido ya escrita por una tercera persona cuando volvió de Europa. Deslizó además que ese autor fantasma habría sido el ex agente de la SIDE Antonio Stiusso.

Nisman nunca negó su relación con el espía. En una de sus últimas entrevistas dijo que se lo había presentado Néstor Kirchner como la persona que más sabía de la causa AMIA. Dijo que era un "excelente profesional" y relató: "Stiusso me presentaba muchas cosas, pero yo sólo validaba lo que le podía validar jurídicamente".

Su vínculo con Stiusso era otra de las cosas que Nisman mantenía fuera de la órbita de la fiscalía.

En su equipo de trabajo, Nisman no tenía una secretaria privada, como cualquier magistrado, sino un grupo de cuatro que cubría ese trabajo. Nadie sabía todo y había cosas de las que se ocupaba sólo él, sin que ninguna secretaria participara.

La semana pasada, la fiscal que investiga la muerte pidió que le enviaran todas las agendas de esas secretarias y ya las tiene en su poder.

Otra rareza eran los "contratados" que tenía Nisman, que no iban casi nunca a la Unidad y solían reunirse con él en su departamento de Puerto Madero. Uno de ellos es Lagomarsino, un personaje al que el Gobierno acusó de estar ligado en las sombras con servicios de inteligencia.

Es una pieza clave de esta historia. Además del dueño del arma, es el último que lo vio con vida de los actores conocidos en el caso. En una entrevista con The Guardian, Lagomarsino dijo ayer: "Le pregunté: «¿Cuándo voy a verte?». Él me contestó: «Después del lunes»".

También en la Procuración, que dirige Alejandra Gils Carbó, desconfían de Lagomarsino y cuentan que la UFI-AMIA ya tenía dos especialistas que se dedicaban exclusivamente a los asuntos informáticos.

Nisman, con más de 40 personas a su cargo, tenía un gran poder. "La Unidad era como una procuración general específica para una sola causa", la describió un fiscal federal. Tiene un presupuesto anual millonario que Nisman administraba.

Eso le daba la posibilidad de contratar a su gente. En igual situación que Lagomarsino había otra persona: el abogado Claudio Rabinovich, que era una suerte de consultor con quien Nisman discutía las presentaciones más sensibles, informó un funcionario con acceso a la causa. Los dos iban muy rara vez a la fiscalía.

Rabinovich ya declaró en el expediente. Dijo que estuvo el viernes en el departamento de Nisman y que se encontró a una chica "de rulos" de la fiscalía. Ella es Castro. Del cruce de las declaraciones surge que coincidieron unos minutos en el departamento. Ella llegó primero y cuando se fue, Rabinovich seguía allí.

El sábado, Castro volvió a reunir notas y apuntes que Nisman le había pedido. Todos sus últimos diálogos fueron sobre la presentación del lunes; pero además él le adelantó algunas tareas que esperaba que ella hiciera en la semana. Esta vez, Castro le mandó los papeles a través de dos custodios del fiscal que él envió a la casa de ella a buscarlos. Todo indica que uno de esos policías que ofició de cadete es el que Lagomarsino dice haber visto en el ascensor el mismo sábado, cerca de las 20, cuando fue a llevarle el arma al fiscal.

La relación de Nisman con los custodios también era particular; según ellos, por el carácter del fiscal, temían dar pasos en falso. Nisman le había advertido al jefe de estos agentes, el comisario Eduardo Soto, que quería ser él quien organizara los movimientos y horarios de los policías que tenía asignados, y se había negado a que ellos les reportaran a sus superiores lo que hacía. Soto lo declaró ante Asuntos Internos.

Si algo pasaba, tenían indicación de llamar a una de las secretarias de Nisman. Así lo hicieron el domingo, cuando el fiscal no atendía y ya no parecía posible que no los escuchara. Con el paso de las horas, cada vez eran más los empleados que se sumaban a una cadena de llamadas desesperadas. De la hiperactividad, al silencio total. Cuando lo encontraron, tirado en el baño, Nisman llevaba varias horas muerto.

Las últimas 48 horas

El viernes mantuvo reuniones en su casa para trabajar en la presentación de su denuncia ante el Congreso; el sábado, a las 20, recibió su última visita conocida.

Viernes

Almuerzo

Al mediodía Nisman almorzó sushi en el restaurante Itamae, en Puerto Madero, de donde era cliente y sabía que era poco concurrido; eligió una mesa escondida.

Visita de secretaria

Soledad Castro, una de las secretarias de la fiscalía, fue al departamento de Nisman cerca de las 14 y le llevó papeles que necesitaba para el lunes; estuvo unos minutos.

Otro empleado

Mientras la secretaria estaba en la casa, llegó el abogado Claudio Rabinovich, un empleado contratado por el fiscal, pero que no cumplía tareas en la oficina de la fiscalía, y se quedó con Nisman.

Cortina cerrada

Trabajó en la presentación de su denuncia que tenía prevista para el lunes con las cortinas cerradas. De a ratos apagaba el teléfono para poder concentrarse.

Llamadas

Recibió durante todo el día decenas de llamadas, según contaron las personas que estuvieron con él el viernes.

Oferta de otro fiscal

El viernes después de haber trabajado con sus empleados, Nisman recibió una llamada de su colega Carlos Stornelli, que le ofreció su ayuda para resguardar documentación de su denuncia.

Sábado

Custodios

El sábado por la mañana Nisman llamó a uno de los policías que tenía asignados para su protección, Rubén Benítez, el de más confianza con él. Lo invitó a entrar en su departamento y le pidió asesoramiento para comprarse un arma.

Primera llamada

A las 16.25, Diego Lagomarsino, según su declaración, recibió una llamada del fiscal, en la que le pidió que fuera a su departamento de Puerto Madero. Una vez que llegó, Nisman le preguntó si tenía un arma.

Comunicaciones

Durante la tarde, Nisman intercambió mensajes de texto y WhatsApp y habló por teléfono con distintos periodistas y con la diputada nacional Patricia Bullrich.

La última foto

A las 18.27, el vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff, recibió un mensaje de WhatsApp que le envió Nisman con una imagen en la que aparecen los papeles en los que el fiscal estaba trabajando para su presentación en el Congreso.

Segunda llamada

A las 19.02, cuando Lagomarsino ya estaba en su casa, volvió a recibir una llamada de Nisman. El fiscal, según el imputado, le preguntó: "¿Encontraste eso?" [por el arma].

Última visita

Cerca de las 20, Lagormasino volvió al complejo Le Parc para entregarle la pistola calibre 22 a Nisman. Sostuvo que en el ascensor de servicio se encontró con uno de los custodios de Nisman, al que el fiscal le entregó un sobre.



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 02/07/2017 14:45
La bizarra investigación de la muerte del fiscal se lleva en secreto
El show Nisman y la laptop
Después de tanto anuncio insinuado pero no cumplido, la investigación manipulada busca “evidencias” en la computadora del técnico Lagomarsino. Es que si se quiere forzar que Nisman fue asesinado, hace falta un asesino...

La pseudo-investigación de la muerte de Alberto Nisman continúa realizándose a escondidas. De vez en cuando se publican dudas o conclusiones que va elaborando Gendarmería –bajo la responsabilidad política de Patricia Bullrich– o la fiscalía de Eduardo Taiano. Según el cronograma adelantado por el diario Clarín, en la semana que pasó debería haberse dado a conocer una pericia, hecha por Gendarmería de manera oculta, con la conclusión de que a Nisman lo mataron, contradiciendo así todas las pericias anteriores. No sólo no se publicó sino que las partes fueron convocadas el 10 de julio para hacer un estudio balístico y el 2 de agosto para hacer el análisis toxicológico. Además se le formuló a las partes cien preguntas vastas, como por ejemplo “cuándo fue la data de muerte”. Es decir, que al menos oficialmente, las cosas van para largo. Esto no quita, por supuesto, que se esté trabajando clandestinamente, a espaldas de la causa judicial. Clarín también adelantó que a principios de junio, con la presencia de las partes, se haría una reconstrucción de lo ocurrido en el departamento de Nisman. Se estaba construyendo –afirmaron– una maqueta a tamaño real del piso 13 de Le Parc. Por ahora, no hubo ni construcción ni reconstrucción. 

Durante el fin de semana pasado se hicieron trascender dudas sobre el informático Diego Lagomarsino, a quien apuntan para involucrar de alguna manera. Como preparan todo para establecer que hubo homicidio, necesitan un homicida. Como nueva prueba, Clarín dijo que que no se encontró la computadora desde la cual el informático Lagomarsino, de manera remota, hacía el mantenimiento de las computadoras del fiscal. La lógica es que Lagomarsino mintió sobre su trabajo y por lo tanto es sospechoso. La explicación de la defensa es simple. Todos esos trabajos los hizo siempre el informático desde una laptop que lleva en su mochila y usando el programa TeamViewer licenciado a nombre del propio Lagomarsino. Cuando allanaron la vivienda del técnico –un domingo–, éste estaba con sus hijos en casa de un amiguito de ellos, y por lo tanto no se llevaron la laptop. Tan sencillo como eso. 

Rebobinando

La guerra de guerrillas mediático-judicial-política, en la que cada tanto disparan con un aparente nuevo elemento o una supuesta prueba, tiene como objetivo instalar la hipótesis del homicidio, rechazada por las tres pericias que se hicieron en la causa bajo la conducción de la fiscal Viviana Fein y la jueza Fabiana Palmaghini. La junta médica concluyó que “no hay certeza pericial de homicidio”. La junta criminalística sostuvo que “no se encontró ningún rastro que indique el desplazamiento de personas por el interior del baño”, es decir que Nisman estaba solo en el momento del disparo. Finalmente, el estudio del laboratorio químico y forense del Cuerpo de Investigaciones Fiscales de Salta dictaminó que “sobre (las manos del fiscal) se hallaron partículas consistentes con residuos de disparo”. 

Todo ese curso adverso de los estudios científicos llevó al fiscal Taiano, que instruye la causa, y al gobierno nacional, que conduce la Gendarmería, a realizar de nuevo todas las pericias, pero al principio marginando a las partes, entre ellas a la defensa de Lagomarsino. También quedaron a un costado los forenses designados por la Corte Suprema y los peritos criminalísticos de la Policía Federal. En la versión de Clarín de fines de mayo se anunció que Gendarmería dictaminaría en 30 días, o sea en la semana que pasó, que lo de Nisman fue homicidio. Además, adelantaron la realización de una reconstrucción, una semana más tarde, a principios de junio, en que podrían participar los peritos de parte. Desde entonces no hubo novedades ni se hizo la reconstrucción. 

Calendario

Ahora se notificó a los peritos que el 10 de julio se hará la pericia balística, es decir se volverá a determinar la distancia y el ángulo del disparo; se reiterará que el proyectil salió de la pistola calibre 22 y otros elementos que se trabajaron desde un principio. El 2 de agosto están convocados los especialistas para hacer el análisis toxicológico, una medida llamativa, tal vez orientada a tratar de introducir en el caso que Nisman murió el sábado 17 y no el domingo 18 de enero de 2015. Esto último fue lo establecido por trece de los quince forenses, en su gran mayoría designados por la Corte Suprema. Entre ellos intervino Fernando Trezza, una autoridad mundial en materia de establecer la data de una muerte. Todos coincidieron en que Nisman murió el domingo al mediodía. La querella que encabeza Sandra Arroyo Salgado –ex pareja de Nisman– insiste en que el deceso del fiscal se produjo el sábado al atardecer, porque ese día estuvo Lagomarsino en el departamento del fiscal. Pero hay constancias muy claras de que Nisman habló por teléfono o chateó con tres personas después que el técnico abandonó el edificio Le Parc: habló con el custodio Néstor Durán, chateó con el periodista de Infobae Laureano Pérez Izquierdo y con la periodista de Clarín Natasha Niebieskikwiat. Con ésta última intercambió un último mensaje a las 21.17, mientras que las cámaras de seguridad verificaron que Lagomarsino salió de Le Parc a las 20.34 y las cámaras del complejo en Martínez donde vive el informático lo muestran ingresando en el garage a las 21.04.

En el equipo de Arroyo Salgado se produjo un cambio de importancia. El principal perito, el ex titular de la Bonaerense Daniel Salcedo, se fue a trabajar a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). O sea que revista ahora en el Poder Ejecutivo, algo que también revela su alineamiento anterior. En su lugar ingresó el ex comandante de Gendarmería, Eduardo Frigerio. 

Técnico

De los nuevos trabajos, hechos a escondidas, la entente judicial-mediática-política va haciendo trascender supuestos resultados. El principal: que Gendarmería va a dictaminar que hubo homicidio. Pero el complemento de esa hipótesis es que Lagomarsino fue parte del plan criminal, algo poco entendible porque en el baño quedó la pistola registrada a su nombre. Por un lado se dice que intervino un comando ultra-sofisticado iraní-venezolano-kirchnerista y por el otro lado uno de los supuestos integrantes del comando cometió la super-torpeza de dejar un arma propia en la escena. Nada cierra. 

Aún así, para instalar la sospecha se señala que no está claro cómo hacía Lagomarsino para concretar el mantenimiento, a distancia, de las computadoras de Nisman. En los aparatos del fiscal están las entradas del técnico para hacer los trabajos. Incluso figuran a nombre de Lagomarsino. Pero trataron de sembrar dudas sobre cómo lo realizaba el técnico porque en la computadora de mesa de su casa no se encontraron rastros de esos trabajos de mantenimiento. La defensa del técnico, a cargo de Gabriel Palmeiro y Martín Chasco, explicó que el juzgado allanó el domicilio de Lagomarsino en un momento en que el técnico no estaba en su casa. En el procedimiento se llevaron todo, pero la computadora con la que trabaja Lagomarsino –una Dell Latitude– no estaba allí ya que la lleva siempre encima, en la mochila. 

El programa para trabajar de manera remota en las computadoras de Nisman, el TeamViewer, estaba a nombre de Lagomarsino para darle más seguridad a la operación: no era ni una copia ni una versión gratuita. El técnico hacía el mantenimiento desde su laptop Dell y, por supuesto, se requirió la autorización de Nisman para instalar la aplicación inicial y operar de manera remota. 

También se mencionó como sospechoso que en el allanamiento se encontró un CD con los dos comunicados, uno más largo y uno más corto, con el que Nisman difundió la denuncia que realizó contra Cristina Fernández de Kirchner cuatro días antes de morir. El tema central de la denuncia era el memorandum de entendimiento con Irán. Ese CD era de “sólo lectura”, o sea que no podía ser modificado, y fue como todos los que se entregaron a los medios. Las modificaciones que tiene se hicieron antes de grabarlos y por lo tanto antes de la entrega a los medios y a Lagomarsino. En su último encuentro, Nisman le dió el CD y un impreso de los comunicados y le dijo que los leyera. Era material público. 

Finalmente se insiste como si fuera otro elemento de sospecha, con que en la casa del informático había un CD con escuchas del caso en el que fue denunciado Mauricio Macri, por el armado de una red de espionaje ilegal. Quien impulsó la causa contra el ahora presidente fue el propio Nisman y lo que le entregó a Lagomarsino no fue un CD con escuchas sino un CD con entrecruzamiento de llamadas, es decir listado de llamadas en los que se verificaba con quién se había comunicado cada uno de los protagonistas del espionaje: Macri, el Fino Palacios, el espía Ciro James y otros funcionarios del gobierno porteño imputados en la causa. Uno de los espiados era el cuñado de Macri, Daniel Leonardo, pero Mauricio dice que la operación la hizo Franco Macri, no él. 

Nisman designó a Lagomarsino en 2007, o sea que estuvo años trabajando con cargo en la Unidad AMIA, aunque Lagomarsino ya trabajaba con él desde antes. Está el contrato de trabajo pedido al entonces procurador Esteban Riggi, con la firma de Nisman, y según declaró Lagomarsino, el fiscal se quedaba con la mitad de su sueldo todos los meses. El técnico debía devolverle el 50 por ciento de lo cobrado, en efectivo. Tras la muerte del fiscal, hubo varias investigaciones para tratar de establecer si Lagomarsino tenía vinculación con algún servicio de inteligencia. Por ahora no se le encontró nada. Lagomarsino jura y perjura que no tiene relación con ningún servicio y ni siquiera el macrismo que gobierna desde hace un año y medio, le detectó ningún vínculo extraño. 

Mañana

Mientras a escondidas parece que Gendarmería hace su pericia, en la superficie están convocados mañana los peritos informáticos: Marcelo Torok por la defensa de Lagomarsino y Gustavo Presman por la querella de Arroyo Salgado. El tema es siempre el mismo: el ingreso a la computadora de Nisman el domingo 18 a las 7.30. En forma desesperada, la querella que encabeza la ex pareja de Nisman trata de plantar que esos movimientos en la computadora fueron hechos de forma remota porque si los hizo Nisman mismo, el domingo tempranito, se le cae su hipótesis de que la muerte fue el sábado 17. Las pruebas indican que fue Nisman el que hizo las operaciones desde su departamento, en Le Parc. A las 7.32 entró a ver a la nota escrita por este cronista en PáginaI12; después leyó Clarín, La Nación, Perfil –está probado que el diarero dejó los diarios de papel recién después de las 9–luego consultó los mails en su cuenta de Yahoo; chequeó en Instagram las fotos de una modelo con la que había dormido tres días antes, entró a un posteo en Infobae de Claudio María Domínguez sobre el regreso de la muerte, pasó el programa borrador CCleaner como lo hacía habitualmente y dejó la computadora en reposo. Todo está registrado y no hay registro de que alguien haya usado la computadora de manera remota. 

A simple vista parece haber una investigación y una pericia clandestina, urdida entre Gendarmería, el gobierno y Arroyo Salgado. Nadie conoce su cronograma y lo cierto es que hasta ahora no se cumplió el calendario anunciado por Clarín. En la investigación oficial, la que se pretende que sea legal, mañana arrancan los informáticos, después la balística y la toxicológica. Quedan unas 100 preguntas a responder en el camino o sea que no habrá resultados a corto plazo. El temor y la sospecha es que lo oficial es una especie de show, mientras se cocina a escondidas la que querrán hacer valer política y mediáticamente.

raulkollmann@hotmail.com



 
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