Un equívoco y un reclamo al cierre de la conferencia de prensa convocada por la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, fueron metáfora de cómo están atravesadas las feministas en su modo de poner el cuerpo y por las circunstancias en que lo hacen. El equívoco: al cierre, le dieron la palabra a una de las históricas de la organización, Martha Rosemberg –estaban también Nina Brugo, Nelly Minyersky y Elsa Schvartzman–. Cuando empezaba a hablar, una de las militantes de la nueva generación le gritó desde el fondo, a modo de homenaje y cariñosamente, “¡Martha, soy tu fan!”. Un poco porque el grito fue leve, un poco por el bullicio, y mucho más por su lógica militante, Rosemberg no pudo escuchar “fan” sino que escuchó “par”. Entonces, aclaró, “todas son mis pares”. Las militantes lo llaman sororidad, resignificando el genérico patriarcal de fraternidad. Insistir hasta acuñar esa palabra. El reclamo fue hacia las ausencias: la conferencia fue convocada simbólicamente en el Anexo de Diputados, dirigida a lograr la sanción del proyecto de legalización del aborto para evitar el medio millón que se realiza al año en el país, en condiciones totalmente precarias, y que producen muertes, graves infecciones y prisión entre las más pobres. Y además, para decidir sobre sus cuerpos. Presentado el año pasado, es el sexto proyecto. Los anteriores se vencieron, los dejaron caer sin tratar. Este fue firmado por 44 diputadas y diputados. Ayer, cuatro se solidarizaron con su propia firma.
El proyecto reclamado fue presentado el 1º de julio de 2016, encabezado por la diputada Victoria Donda, y básicamente consiste en la anulación de los artículos del Código Penal que castigan a quienes realizan el aborto y a la mujer que toma la decisión sobre su cuerpo. El proyecto legaliza la práctica a todos los casos voluntarios, durante las primeras 14 semanas de gestación; pone plazos obligatorios para tratamiento urgente; reafirma más allá de las 14 semanas a los tres casos no punibles en la actualidad (embarazo producto de una violación; si estuviera en riesgo la vida o la salud física, psíquica o social de la mujer; si existieren malformaciones fetales graves).
Entre las panelistas, Ana Paula Fagioli, de la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir sostuvo que la red representa a 800 profesionales de la salud en todo el país que sí realizan abortos “cumpliendo con la ley”, y puso cifras a la cuestión: “hay un enorme subregistro. En 2011 se produjeron 47879 egresos hospitalarios por aborto, de los cuales el 19 por ciento correspondió a mujeres menores de 20 años. En 2012 –continuó Fagioli– murieron en nuestro país 33 mujeres por embarazos terminados en aborto. Dos de ellas eran adolescentes menores de 20 años y 7, jóvenes de entre 20 y 24 años. En 2013, el 50 por ciento de las muertes por embarazo terminado en aborto correspondió a mujeres de 15 a 29 años, entre ellas nueve de adolescentes de 15 a 19 años.”
A su turno, Marta Alanis, de Católicas por el Derecho a Decidir, sostuvo que “se estima que en edad reproductiva se realizan dos abortos por mujer. ¿Quien no entiende esta necesidad de atención a las mujeres? Ya no queremos firmas ni adhesiones. Queremos que nos tomen en serio y se vote el proyecto en Diputados”.
La sala 3 del 2º piso del Anexo estaba lleno. El lleno, ya se dijo, era cómodo. Había espacios. Más presencias que las que se lograban hace años, índice de que se avanzó en la lucha; menos que las que se esperaban, índice de que las circunstancias políticas retrajeron voluntades y conveniencias. Avances en la perspectiva histórica, retroceso en el presente.
Colgadas de las mesas, las banderas verdes de la Campaña y dos afiches de las Pan y Rosas daban marco a las demandas.
En algún momento, se produjo un corte de luz. La conferencia siguió bajo la luz de los celulares de las militantes que abrían espacio a la panelista que fuere. Puro símbolo. Volvió la luz.
Victoria Donda (LS) que encabeza el proyecto en Diputados, sostuvo que “hay una deuda pendiente y esa deuda está acá dentro”, en relación a sus colegas legisladores. Angela Angriman, secretaria de Género de la CTA reconoció el esfuerzo de la iniciadoras de la Campaña “porque sabemos lo difícil de llevar a los sindicatos el debate por el aborto”.
Donda, Soledad Sosa (FIT y Plenario de Trabajadoras), Nathalia González Seligra (PTS-FI) fueron las diputadas y Juan Carlos Giordano (IS-FI) el diputado, firmantes del proyecto que se hicieron presentes para impulsar el proyecto.
También dieron su opinión las ex diputadas Vilma Ripoll (MST) y María Barbagelata (PS). Vanina Biasi (PO y APUBA), María José Lubertino (ex Inadi); Analía Más (secretaria de Género y Laicismo de la FALGBT). Se destacó la presencia de la nicaragüense Ana María Pizarro, quien sostuvo su expectativa de que el impulso de la militancia feminista argentina “nos sirva de impulso a todas nosotras”. Signos políticos diversos que marcaban acuerdos transversales: decir somos mujeres, tenemos historias y sometimientos semejantes.
Después hablaron Nelly Minyersky, Nina Brugo y Martha Rosemberg. Todas las panelistas sostuvieron el reclamo contra la inercia para la aprobación del proyecto. Todas apuntaron contra la injerencia de la Iglesia. Y la marcha en las calles como única manera de torcer el rumbo del cajoneo. Fue la convocatoria para la marcha de hoy. A la Plaza de Mayo, a las 17. Después, al cierre, llegó el turno del equívoco y la sororidad.