No existió en las últimas décadas del siglo XX americano, acontecimiento histórico más tergiversado y difamado que la Revolución Cubana. Desde el mismo instante del triunfo rebelde el primero de enero de 1959 la falsificación se convirtió en uno de los instrumentos más usado por sus enemigos para destruirla pero, de todas hay una que le ha correspondido el papel de ser objeto de las campañas más sistemática y constante de todas: la relación entre Fidel Castro y Ernesto Che Guevara.