Quien mendigue, adule o rinda cuentas al imperio de Estados Unidos, el más feroz e inhumano de la historia, no merece respeto alguno, y sí el mayor desprecio. El mundo, en general, y Nuestra América, en particular, conocen muy bien y han vivido los horrores cometidos por los sucesivos regímenes norteamericanos, que han persistido hasta hoy en imponer su hegemonía internacional a cualquier precio, incluido el de la muerte de millones de seres humanos.