Vecino al fin al cabo durante décadas de una de las zonas de El Vedado cercanas al litoral, mi familia ha testificado con pesar los efectos de entradas periódicas de marejadas y elevadas olas, inundaciones, la tristemente célebre dramática “tormenta del siglo” hasta el reciente arrasador huracán Irma, del que más de dos semanas después todavía no hemos terminado, y así será por algún tiempo adicional, de restañar las heridas dejadas.