Las tradicionales, alegres y coloridas danzas del dragón salpicarán las ciudades y los pueblos de toda China y de buena parte de otras naciones de Asia para conmemorar, de esa manera, el inicio de un nuevo periodo lunisolar. En los 15 días que dura el Festival de Primavera los chinos intentarán evitar barrer, reclamar lo prestado, romper cristal o cerámica o mentar a la muerte, pues consideran que esos actos son portadores de mala suerte.
El Año Nuevo supone la festividad más importante dentro del calendario chino. Y buena prueba de ello radica en que desencadena ritualmente la mayor operación de salida de personas en todo el mundo. El mayor desplazamiento humano comenzó el 21 de enero. Cientos de millones de chinos viajan estos días a sus pueblos de origen para visitar a la familia o para pasar unos días de vacaciones. Es una ocasión tradicional. Algunos no tienen más que esa oportunidad en todo el año.La operación salida se convierte pues en un éxodo donde se extreman las medidas de seguridad. Pekín casi se vacía, pero las estaciones de ferrocarril aparecen repletas de pasajeros cargados con bolsas rojas, el color que simboliza la buena suerte.
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Las autoridades chinas han habilitado 5.000 trenes diarios extra (3.000 de ellos rápidos, un 5,4% o más que en 2018) para dar respuesta a la demanda ciudadana, lo que implica un notable esfuerzo logístico. Trenes de alta velocidad que cubren Pekín-Hong Kong en nueve horas, lo que demuestra lo gigantesco que es el territorio. Pero las clases más humildes no podrán permitirse comprar esos billetes y tendrán que hacer trayectos de más de 20 horas de ferrocarril.