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General: Chile arde y nadie sabe cómo apagar el fuego
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 03/11/2019 14:48

Chile arde y nadie sabe cómo apagar el fuego

El conflicto social dura ya dos semanas y obedece a que no se cumplen las expectativas de la población y a su desconfianza hacia los políticos

Un local 'grafiteado' durante las protestas en Santiago. En vídeo, imágenes de las últimas protestas en Chile. FOTO: AFP | VÍDEO: ATLAS

El estallido social en Chile reventó el viernes 18 de octubre, una fecha que quedará marcada en la historia del país sudamericano. Se manifestó primero en forma de protestas estudiantiles por el alza del precio del billete del metro de Santiago, con entradas masivas en las estaciones sin pagar. Luego con violencia: en solo unas horas, de las 136 estaciones del subterráneo, 118 fueron dañadas y, de ellas, 25 incendiadas y 7 completamente quemadas, con pérdidas estimadas en 376 millones de dólares (unos 335 millones de euros). Hubo un tercer tiempo: los saqueos a los supermercados y al comercio, por los que el Ministerio del Interior ha interpuesto 175 querellas solo en la capital. Y un cuarto: las manifestaciones pacíficas —las más multitudinarias—, que una semana después de la explosión social reunieron a 1,2 millones de personas en el corazón de la capital.

“El problema sigue siendo que la política chilena se ha encerrado en una burbuja”, señala el historiador Iván Jaksic. “Hay un desprestigio de la política y el malestar adquiere formas cada vez más preocupantes (...). Atravesamos una situación en la que conviven el triunfalismo del discurso económico con la decepción de quienes no ven sus beneficios, y en donde las expectativas son crecientes”.

Lo que se ha visto desde el 18 de octubre es un conflicto complejo y multicausal que se explica, en parte, por una sociedad que demanda bienes y servicios públicos al alcance de todos. No es lo que sucede actualmente: la dictadura militar (1973-1990) instaló un modelo absolutamente pro mercado y permitió la provisión privada de bienes y servicios que en muchas otras economías suelen dejarse en manos del sector público, como la educación y las pensiones. El divorcio entre los chilenos y quienes supuestamente los representan —tanto del oficialismo como de la oposición— parece ser otra de las causas del enojo de los ciudadanos, que se sienten al margen de la senda de desarrollo de las últimas tres décadas. Pero también explica en buena parte las dificultades de Chile para encontrar una salida a esta crisis, la mayor desde el retorno de la democracia en 1990.

En estos 15 días, el presidente, Sebastián Piñera, tardó en comprender el trasfondo del enojo de sus compatriotas y al principio centró su discurso exclusivamente en el orden público, dada la intensidad de la violencia simultánea que destrozó la ciudad. Sacó a los militares a la calle en una decisión política compleja: las Fuerzas Armadas no salían de sus cuarteles a tomar el control de las urbes desde la dictadura, al menos por hechos que no fuesen desastres naturales. Luego reaccionó y pidió perdón en nombre de la clase política ante la falta de visión por los problemas que se venían acumulando. Anunció un amplio paquete de medidas sociales, como el inmediato aumento de un 20% de las pensiones en beneficio de 1,5 millones de personas. Cambió su Gabinete y centró los movimientos en su equipo político y económico, aunque no fue una apuesta radical. Al menos hasta ahora, sin embargo, sus acciones siguen pareciendo insuficientes. Lo demuestra su popularidad: los ciudadanos lo han castigado y su respaldo ha caído a un histórico récord del 14%.

Daniel Mansuy, doctor en Ciencias Políticas y académico de la Universidad de Los Andes, habla de un malestar acumulado y expandido: “Esta crisis se ha prolongado tanto porque la clase dirigente, en general, y la política, en particular, no han sabido articular ni contener ni dar una dirección a ese malestar”. “Sigue ahí porque la población no se siente interpretada por nada ni por nadie que le pueda dar un cauce institucional. Es grave”.

La oposición se encuentra dividida y, a juicio de la ciudadanía, no lo ha hecho mejor. La misma encuesta que mostró el 14% de popularidad para Piñera, el sondeo Cadem, indicó que todos los partidos de izquierda y centroizquierda están por debajo de esa cifra, con excepción del Frente Amplio, que alcanza un 16% de aprobación, apenas dos puntos por arriba del mandatario. Se trata de una joven coalición que mira a Podemos en España y que no ha logrado tampoco capitalizar el descontento chileno, evidente desde al menos 2006, con las primeras protestas estudiantiles.

En los primeros días de la crisis, el Partido Socialista, socio fundamental de la Concertación que gobernó Chile entre 1990 y 2010, se negó a asistir a las reuniones convocadas por el presidente para intentar darle una salida a la emergencia, argumentando que no lo haría mientras hubiese militares en las calles. El Frente Amplio y el Partido Comunista —que formó parte del segundo Gobierno de Michelle Bachelet junto al centroizquierda— buscan impulsar una acusación constitucional en el Congreso para destituir a Piñera. “Es un show parlamentario. La clase política sigue enfrascada en discusiones pequeñas, que es justo lo que le molesta a la gente”, opina Mansuy. “A la oposición, además, en un primer momento, le costó mucho condenar la violencia y fue muy ambigua, lo que es parte del problema político que tenemos”.

El movimiento chileno hasta ahora no tiene articulación: ni liderazgos, ni portavoces, ni un pliego de demandas concretas. En las peticiones convergen distintos intereses y necesidades. Mientras la clase política busca el diagnóstico y la respuesta necesaria, una parte de los ciudadanos se reúne espontáneamente en asambleas a discutir líneas de acción. Desde hace 15 días, la política chilena está en el aire.

AÑOS DE DESCONTENTO

Desde el estallido de la crisis, el presidente chileno, Sebastián Piñera, tuvo que dejar a un lado el programa con el que llegó a La Moneda en 2018. Se ha abierto a cambiar su reforma tributaria, incluso en los aspectos que consideraba fundamentales. Para no encender nuevas hogueras, sus ministros negocian con empresas privadas para contener el aumento de la tarifa eléctrica, el precio de los peajes urbanos o la gasolina.

Para algunos analistas, como Ascanio Cavallo, “simbólicamente, el Gobierno está acabado”, sobre todo después de que el miércoles anunciara la cancelación del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que se iba a celebrar en Santiago en noviembre, y de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), en diciembre. “Eran los mayores logros del Gobierno en materia internacional. El segundo desafío, lograr que la economía repunte, también lo daría por muerto”, afirma Cavallo.

El divorcio entre los chilenos y quienes son sus representantes políticos ha sido alertado desde hace años. El Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD) publicó en 2016 su encuesta Auditoría a la Democracia, donde advierte de “un problema de carácter estructural” y señala que “el descontento de la ciudadanía con el funcionamiento del sistema político y sus instituciones ha sido paulatino más que repentino”. Comparando los datos de 2008 y 2016, quienes no se identifican ni con la izquierda, ni el centro, ni la derecha pasaron de ser un 34% a un 68%. Quienes no se sienten representados con ningún partido político, de un 53% a un 83%. 



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De: Ruben1919 Enviado: 05/11/2019 15:33

Sebastián Piñera: "Por supuesto que voy a llegar al fin de mi Gobierno"

Publicado: 5 nov 2019 14:21 GMT

El presidente chileno sostuvo que permanecerá en el cargo pese a las protestas y afirmó que no descarta dialogar una reforma constitucional, como exigen miles de chilenos.

Sebastián Piñera: "Por supuesto que voy a llegar al fin de mi Gobierno"
El presidente chileno, Sebastián Piñera, hace un anuncio en el Palacio Presidencial de La Moneda, en Santiago, el 30 de octubre de 2019.
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El presidente de Chile, Sebastián Piñera, aclaró que piensa permanecer en el cargo, a pesar de que miles de personas exigen su dimisión en medio de jornadas de protestas masivas que plantean cambios estructurales en el modelo económico de ese país sudamericano. 

"Por supuesto que voy a llegar al fin de mi Gobierno", sostuvo el mandatario en una entrevista con la BBC. Sobre ello, subrayó: "Fui elegido democráticamente por una enorme mayoría de chilenos, tengo un deber y compromiso con esos que me eligieron, y con todos". 

Además, Piñera comentó que está dispuesto "a conversarlo todo, incluyendo una reforma a la Constitución". En efecto, además de la renuncia presidencial, uno de los pedidos más presentes en las movilizaciones es la creación de un nuevo marco constitucional, para diseñar un sistema económico, político y social muy distinto al actual. 

Autocrítica

A la hora de hacer una autocrítica, el líder de la centroderecha sostuvo: "Nadie predijo o tuvo la sensibilidad para darse cuenta de esto. No escuchamos con suficiente atención, no entendimos con suficiente claridad el mensaje. Y esta no es una crítica solamente al Gobierno, esto se viene acumulando hace décadas".

Manifestantes reaccionan junto a los agentes de la Policía, en Santiago de Chile, el 4 de noviembre de 2019. / Jorge Silva / Reuters

Sin embargo, la periodista de la cadena inglesa recordó que Piñera no es nuevo en el puesto, ya que también ocupó la Presidencia entre 2010 y 2014, cuando debió afrontar importantes movilizaciones estudiantiles que pedían la gratuidad en la educación. "En las últimas dos semanas hemos estado experimentando dos fenómenos diferentes, de naturaleza distinta. Primero, y esto fue absolutamente inesperado, una gran ola de destrucción y violencia, de una manera muy organizada", contestó, reafirmando la idea de que se trata de un acontecimiento social sorpresivo.

El manejo de la crisis social

En otro tramo de la conversación, se le consultó por su cuestionado accionar frente a las manifestaciones, y el polémico manejo de la situación: "Tuvimos que llamar al estado de emergencia porque esa era la única forma de restaurar el orden público y proteger a nuestros ciudadanos. Cuando lo hicimos, tomamos muchas precauciones", justificó. 

Por otro lado, el dirigente latinoamericano afirmó que se establecieron "las reglas de uso de la fuerza", para controlar el accionar de los uniformados ante los protestantes. Sin embargo, hay muchos casos donde se registraron abusos de autoridad, exceso de violencia y represión desmedida frente a civiles desarmados.

Al respecto, el político sostuvo que se trataron de situaciones aisladas, pero señaló: "Si eso sucedió, puedo garantizar que será investigado y procesado por nuestro sistema tradicional. No habrá impunidad".

Procedimiento policial

Tras la insistencia de la periodista de BBC, Piñera explicó el método policial: "En primer lugar, tienen que tratar de actuar solo con su presencia. Luego, deben intentar convencer a las personas cuando están cometiendo disturbios y después, solo en casos extremos y de manera proporcional, pueden usar gases lacrimógenos o agua".

Sin embargo, la reportera aseguró que este procedimiento no se cumple, y expresó que ella misma vio operativos policiales desmesurados frente a ciudadanos pacíficos. "No confunda la acción de una persona, que tal vez cometió un error, de la instrucción que le hemos dado a nuestras fuerzas", contestó el líder de Chile. "Han habido más de 2.000 personas heridas y casi mil de ellas son miembros de la Policía. Algunos de ellos están arriesgando sus vidas ahora. Entonces, a veces tienen que controlar grupos muy violentos y tienen el derecho de protegerse", consideró el dirigente.

No obstante, la comunicadora le dijo que su decisión de "sacar a los militares a la calle trajo recuerdos de la dictadura", y preguntó: "¿Cómo cree usted que será recordado en la historia?". Por su parte, el jefe del Ejecutivo respondió: "Luché contra todo tipo de dictadura y por recuperar nuestra democracia hace 30 años. Estaba en esa línea y para mí esos tiempos nunca serán olvidados, así que tengo en mente esos pensamientos. Es por eso que cuando decidí decretar el estado de emergencia, tomé todas las precauciones necesarias para proteger los derechos humanos". 

Para finalizar, Piñera manifestó que su Administración va a "aumentar la cantidad de recursos y mejorar la calidad de las políticas sociales". Y concluyó: "Creo que estamos haciendo un gran esfuerzo para escuchar a la gente".

¿Qué sucede en Chile?

La nación del Cono Sur está atravesando jornadas de importantes movilizaciones antigubernamentales desde hace 19 días, cuando se desató el descontento general. Las primeras protestas contra el Gobierno comenzaron luego de que el Ejecutivo haya aprobado un aumento en el valor del metro, que luego debió cancelar por la fuerte presión social.

No obstante, las manifestaciones contra la suba del transporte público permitieron visibilizar otras históricas demandas, y las concentraciones, muchas de ellas multitudinarias, continuaron en varias regiones del país. Entre sus principales reclamos, los protestantes exigen una sociedad menos desigual, la gratuidad en la educación, un mejor reparto de pensiones, salarios más altos y otros beneficios sociales. Buena parte de la ciudadanía considera que la mejor forma de canalizar sus reclamos es lanzando una nueva Constitución. 

Así, en medio de las protestas, Piñera declaró el estado de emergencia durante varias jornadas, e incluso se decretó el toque de queda en muchas regiones, algo inédito para muchos jóvenes. Hasta el momento, la Fiscalía de Chile contabilizó 23 muertes desde que comenzó el conflicto. Por su parte, el Instituto Nacional de Derechos Humanos publicó que hay 1.659 personas heridas en hospitales y 4.364 detenidos, según su reporte del 4 de noviembre. Con este marco, el lunes se produjo la protesta más reciente, y se registraron varios incidentes.


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 06/11/2019 14:06

Violaciones y agresiones sexuales: la violencia de los policías y militares en Chile

Publicado: 6 nov 2019 11:00 GMT | Última actualización: 6 nov 2019 12:41 GMT

Chile. Un estudiante de medicina intenta ayudar una persona que solicita auxilio en un supermercado. Entre diez carabineros le golpean y le obligan a gritar 'sí, soy maricón’, para después bajarle los pantalones y penetrarle analmente con una porra. Un militar amenaza a una mujer, que está bocabajo y sobre la basura, con dispararla si se mueve. Acto seguido recorre su cuerpo con el fusil y amenaza con penetrarla con él, no es una bravuconada. No son los tiempos del general Augusto Pinochet, pero siguen siendo los tiempos de los 'Chicago Boys', los liberales económicos de los discípulos de Milton Friedman. Fue hace escasos días, en octubre de 2019.

El subsuelo de la macroeconomía chilena tembló con virulencia cuando el 18 de octubre se reprimió violentamente a los estudiantes que protestaban por la subida del transporte, lo que desembocó en una protesta generalizada siguiendo la estela reciente de la agitación latinoamericana. Al día siguiente, el pasado 19 de octubre, cuando el Gobierno de Sebastián Piñera declaró el Estado de excepción en Chile, no solo sorprendió al mundo y se resquebrajó definitivamente el idílico relato del mayor éxito del neoliberalismo en América Latina, sino que también abrió una puerta al tétrico pasado castrense chileno. 

Durante el Estado de excepción —del 19 al 27 de octubre—, los militares chilenos —y carabineros — volvieron a las calles en ocho días que se hicieron demasiados. El balance no puede ser más inquietante, pues el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) denunció el pasado 30 de octubre un total 167 acciones, entre las que se incluyen 5 por homicidio, 92 por torturas y 19 por acosos o agresiones sexuales. En las 19 querellas de naturaleza sexual se vieron afectadas un total de 39 víctimas —5 hombres, 21 mujeres y 13 menores—, pues varias de las querellas son múltiples.

Hasta el 27 de octubre pasado, la Fiscalía chilena contabilizó 840 investigaciones por diferentes actos de violencia de distintos agentes, policiales o militares, entre los que se encuentran los delitos de naturaleza sexual. Potencialmente, pudieron ser violadas o agredidas sexualmente ocho personas; cuatro fueron amenazadas con la comisión de un delito sexual y 29 fueron desnudadas.

Pero ¿cómo es posible?

Parece que no solo los economistas de todo el mundo, los medios de comunicación y los propios chilenos olvidaron revisar qué subyacía bajo la alfombra del imponente y moderno salón económico chileno. No solo en el Ejército o en los carabineros, incluso en los centros escolares y las universidades: en el año 2005, un riguroso estudio científico alertaba del problema de género en Chile; en 2012, varios estudiantes fueron desnudados, algunos menores —14 años— en Racagua; en 2018, muchos estudiantes denunciaron en casi una veintena de universidades la alta tasa de acoso sexual que sufrían —el 15%—. Pero ¿cómo prestar atención al acoso sexual o la violencia de género cuando se está inmerso en una brillante carrera hacia el milagro económico?

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
"La multitud de denuncias que se están produciendo en Chile no han surgido por generación espontánea, sino que llevan sobreviviendo y extendiéndose en la ladera militar desde hace décadas gracias, entre otras cuestiones, a la connivencia de medios de comunicación y políticos".Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.

Desgraciadamente, no solo en Chile —en España lo sufro en primera persona—, la sociedad moderna tiende a abandonar determinados espacios, como el militar y el policial. Unos, por cegada admiración, y otros, por incomprensible repulsión, olvidan que en las umbrías proliferan especies que en las solanas no tienen ninguna posibilidad. Es esa inacción la que permite la sacralización de lo militar, su elevación al altar más glorioso de la nación.

Pero, obviamente, la multitud de denuncias que se están produciendo en Chile no han surgido por generación espontánea, sino que llevan sobreviviendo y extendiéndose en la ladera militar desde hace décadas gracias, entre otras cuestiones, a la connivencia de medios de comunicación y políticos. Incluida la izquierda, arrojada en muchos casos y de forma incomprensible a un pacifismo tan imprudente como imposible en los tiempos que corren.

Sobre todo, porque el contexto de creciente militarización en América Latina debe suponer un despertar en cuanto a la necesidad de regenerar, airear e iluminar los espacios militares. Lo castrense no puede ni debe seguir siendo un espacio oscuro, opaco y estanco, debemos trabajar estos espacios, aunque solo sea porque tanto los efectivos militares como los policiales son los que un día pueden recibir la orden de reprimirnos.

Nunca hubo milagro, tampoco regeneración

El 'milagro de Chile' nunca fue tal, nunca fue el milagro económico alemán, ni entre 1973 y 1990 que duró la dictadura chilena, ni desde entonces hasta ahora, aunque economistas como el mencionado Milton Friedman así lo apodaran y medios sumisos de todo Occidente lo repitieran una y otra vez.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
"En cualquier país millones de personas pueden estar al borde dela pobreza, sin acceder a medicamentos, tratamientos, dependencia o educación; pero si los índices índices de crecimiento son óptimos, los bancos obtienen beneficios y las acciones de las grandes empresas cotizan al alza, el país será considerado un éxito mediático".Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.

Chile no había cambiado tanto, aunque el mundo entero e, incluso, hasta los propios chilenos así lo creían. No era para menos: resulta casi imposible no sucumbir a la hipnosis de la macroeconomía. Es casi una epidemia mundial, pues en cualquier país, sea cual sea, millones de niños pueden estar al borde de la pobreza; millones de familias pueden no tener dinero para calentar sus hogares en inviernos; o millones de personas pueden no poder acceder a medicamentos, tratamientos, dependencia o educación; pero si los índices de crecimiento son óptimos, los bancos obtienen beneficios y las acciones de las grandes empresas cotizan al alza, el país será considerado un éxito mediático. Y si en un país los datos macroeconómicos rebosan de salud financiera, todos asumen que sus órganos, incluidas las vísceras castrenses, son modernas y democráticas.

Tampoco hubo regeneración ni modernización de los cuerpos policiales y militares, sobre todo porque esta no es una cuestión prioritaria ni para los medios de comunicación ni para los partidos políticos. Por tanto, tampoco lo es para la sociedad. Hasta que las cuestiones militares, policiales y geopolíticas no entren en la agenda política y en la 'escaleta' mediática será imposible cercenar la violencia, incluida la sexual, del supuestamente proporcionado ejercicio de la fuerza.



 
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