La COVID-19 afecta de distintas maneras en función de cada persona. La mayoría de las personas que se contagian presentan síntomas de intensidad leve o moderada, y se recuperan sin necesidad de hospitalización.
Los síntomas más habituales son los siguientes:
Fiebre
Tos seca
Cansancio
Otros síntomas menos comunes son los siguientes:
Molestias y dolores
Dolor de garganta
Diarrea
Conjuntivitis
Dolor de cabeza
Pérdida del sentido del olfato o del gusto
Erupciones cutáneas o pérdida del color en los dedos de las manos o de los pies
Los síntomas graves son los siguientes:
Dificultad para respirar o sensación de falta de aire
Dolor o presión en el pecho
Incapacidad para hablar o moverse
Si presentas síntomas graves, busca atención médica inmediata. Sin embargo, siempre debes llamar a tu doctor o centro de atención sanitaria antes de presentarte en el lugar en cuestión.
Lo recomendable es que las personas que sufran síntomas leves y tengan un buen estado de salud general se confinen en casa.
De media, las personas que se contagian empiezan a presentar síntomas en un plazo de 5 a 6 días desde que se infectan, pero pueden tardar hasta 14.
Muchos ciudadanos sospechan haber pasado o estar pasando una infección por coronavirus al tener síntomas muy comunes para esta infección como son la fiebre, el cansancio, la tos seca o dificultades respiratorias. Otras veces le acompañan o aparecen otros signos que aumentan la sospecha, como pérdida de olfato y gusto, congestión nasal o descomposición.
Pero, también muchos otros pueden estar infectados y no tener ningún otro síntoma, o ser tan leves que ni se percaten por ellos. Si se es asintomático, no se tienen signos o síntomas de la enfermedad, pero sí la misma capacidad de contagio que otra persona que sí sepa que está enferma.
Por qué son importantes los asintomáticos
Aunque hay muchas incógnitas, un asintomático desarrollará anticuerpos del virus como una persona que si haya tenido síntomas. Lo que no se sabe aún es si estos anticuerpos tendrán efectos permanentes o no, y si evita futuros contagios o que estos sean menos importantes.
Lo que si se tiene claro es que el mayor peligro que tienen los asintomáticos es que tienen la misma capacidad de contagio. Es más, al no ser conscientes de estar infectados, puede que se tengan menos precaución a la hora de tomar medidas como el uso de mascarillas o guardar distancia con otras personas.
Todo ello cuando los asintomáticos pueden ser muchos. China, al ser el origen de la pandemia va por delante en muchos estudios y trabajos. Uno de ellos, realizado con un muestreo de población sugiere que hasta cuatro de cada cinco casos son asintomáticos.
Certezas y riesgos de los asintomáticos
Que haya un gran número de asintomáticos es un gran problema, porque si tenemos una clara certeza sobre el coronavirus, es su capacidad de contagio muy alta.
Esto choca con un problema que tenemos actualmente: no sabemos que tiempo tiene que transcurrir desde que una persona contrae la enfermedad (tenga síntomas o no) y deja de contagiar.
Los 14 días que se recomiendan como cuarentena se han tomado como referencia de otras enfermedades respiratorias, pero puede que no sean suficientes. De hecho, igual que se conocen casos en los que la enfermedad ha remitido antes, se está reportando otros en los que el negativo en sus pruebas se ha reportado más tarde.
Por tanto, un asintomático puede que esté contagiando a su entorno sin saberlo, y que lo pueda hacer durante un tiempo moderado y desconocido.
Test y medidas de protección
La mejor solución para evitar un contagio por parte de un asintomático es realizar un test para saber si está o no enfermo. Esto es algo inviable en estos momentos si tiene que englobar a toda la población, no solo por volumen, sino porque alguien no infectado el día del test puede estarlo más tarde.
Si es más relevante en personas que ha estado en contacto con otras personas con virus, ya sea un caso confirmado o posible porque haya tenido síntomas. En este caso poder optar a un test si puede ser más relevante ya que las probabilidades de confirmar un positivo son mayores.
Si has dado positivo, siendo asintomático, debes seguir los mismos consejos de aislarse y pasar cuarentena que cualquier otro enfermo hasta que hayas pasado la enfermedad.
Ya tienes disponible la Guía gratuita de ayuda durante y después del Coronavirus. Información, consejos y recomendaciones, claves para la desescalada y más.
Pero lo que si podemos hacer todo es extremar las medidas de protección, seguir los consejos que las autoridades como el Ministerio de Sanidad actualizan constantemente y no pensar que podemos solo ser susceptible de contagio, también ser fuente, por ello es importante tomar medidas, fuera y cuando se regresa a casa:
Prevención fuera de casa
Cuando salgas de casa es importante seguir estas medidas:
Procura no tocar superficies. Si lo haces, porque no te quede otro remedio o se produce de forma accidental, lávate de forma profunda bien las manos con agua y jabón o gel desinfectante.
El uso de mascarillas higiénicas previene que contagies a otras personas por vía área.
Los guantes pueden ayudar a evitar contagios, pero siempre que haga un uso adecuado tanto evitando llevar las manos a otras partes del cuerpo (especialmente ojos, boca y nariz) como cuando se retiran. No obstante, el lavado de manos frecuente es muy eficaz.
Mantener una distancia de seguridad de entre uno y dos metros con otras personas.
Si usas transporte privado, límpialo frecuentemente, especialmente aquellas superficies que más se tocan como volante, marchas, apertura de puertas, etc.
Prevención cuando regreses
Según entres, quítate el calzado y déjalo en la puerta, así será lo último que te pongas cuando vuelvas a salir.
De los objetos que llevas, separa los que no necesites de los que vayas a utilizar. Entre los primeros están llaves o monedero, deposítalos en un lugar separado del resto, identificado para que nadie los pueda tocar y que esté cerca de la puerta. Otros, que sigues utilizando (como teléfono móvil o gafas) desinfectalos para que puedas seguir utilizándolos.
Cámbiate la ropa e introdúcela de forma separada en un programa de alta temperatura (más de 60 grados)
Lávate las manos incluso, si es posible, dúchate.
Cualquiera podemos ser asintomáticos. Si otros estudios demuestran las evidencias que los primeros trabajos marcan, son muchos más que los que tienen síntomas.
Cualquiera puede tener síntomas de leves a graves.
Los adultos mayores y las personas con afecciones subyacentes graves, como enfermedades cardiacas o pulmonares o diabetes, parecen correr mayor riesgo de presentar complicaciones más graves a causa del COVID-19.
Esté atento a los síntomas
Los síntomas notificados por personas con COVID-19 varían desde aquellos que presentan síntomas leves hasta quienes se enferman gravemente. Los síntomas pueden aparecer 2 a 14 días después de la exposiciónal virus. Las personas con estos síntomas podrían tener COVID-19:
Fiebre o escalofríos
Tos
Dificultad para respirar (sentir que le falta el aire)
Fatiga
Dolores musculares y corporales
Dolor de cabeza
Pérdida reciente del olfato o el gusto
Dolor de garganta
Congestión o moqueo
Náuseas o vómitos
Diarrea
Esta lista no incluye todos los síntomas posibles. Los CDC seguirán actualizando esta lista a medida que aprendamos más acerca del COVID-19.
La enfermedad por coronavirus (COVID 19) es una enfermedad infecciosa causada por un coronavirus recientemente descubierto.
La mayoría de las personas que enferman de COVID 19 experimentan síntomas de leves a moderados y se recuperan sin tratamiento especial.
CÓMO SE PROPAGA
El virus que causa la COVID‑19 se transmite principalmente a través de las gotículas generadas cuando una persona infectada tose, estornuda o espira. Estas gotículas son demasiado pesadas para permanecer suspendidas en el aire y caen rápidamente sobre el suelo o las superficies.
Usted puede infectarse al inhalar el virus si está cerca de una persona con COVID‑19 o si, tras tocar una superficie contaminada, se toca los ojos, la nariz o la boca.
El SARS-CoV-2 (azul) invade células humanas, cultivadas en el laboratorio / Imagen microscópica coloreada Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE.UU. (NIAID) / Reuters
El SARS-CoV-2 —virus que produce la enfermedad que se ha cobrado la vida de casi 690 000 personas en todo el mundo— no parece ser “una máquina de matar”, a pesar de que la tasa de mortalidad de la COVID-19, hasta el momento, es aproximadamente 10 veces mayor que la de la gripe, sugieren científicos de la Universidad de California en San Francisco (UCSF).
“Una de las cosas más extrañas de este nuevo coronavirus es que no parece ser increíblemente citopático, con lo que nos referimos a la muerte celular”, declaró a Medical Xpress el profesor de la UCSF, Max Krummel.
“La gripe es realmente citopática; si se agrega [el virus de influenza] a las células humanas en una placa de Petri, las células estallan en 18 horas”, dice Krummel. En cambio, cuando los investigadores de la UCSF agregaron en una placa de Petri con células humanas el virus SARS-CoV-2, muchas de las células infectadas no murieron en mucho tiempo. Krummel afirma que este hecho representa “datos bastante convincentes de que tal vez no estamos tratando con un virus muy agresiv”.
Y, ¿por qué mueren pacientes con COVID-19?
En la UCSF sospechan que la causa principal de la muerte de los pacientes con COVID-19 puede ser su propio sistema inmunitario, que inicia un contraataque demasiado intenso al SARS-CoV-2.
Este contraataque —extraordinariamente complejo y que incluye muchas tácticas, células y moléculas— ha sido observado por los investigadores de la UCSF en más de 30 personas con COVID-19 en el marco de su estudio COMET.
De acuerdo con Krummel, un análisis temprano de los datos recolectados sugiere que los sistemas inmunes de muchos pacientes se movilizan de manera diferente y más agresiva contra el SARS-CoV-2 que contra los virus de la influenza, que causan la gripe.
Como resultado, los pulmones de los pacientes quedan “devastados”, no solo por el virus, sino por esta “batalla inmunológica que salió mal”, dicen los científicos. Esta respuesta inmune no autorizada podría explicar por qué, alrededor del día 11 de una infección por COVID-19 los pacientes a menudo desarrollan una neumonía grave conocida como síndrome de dificultad respiratoria aguda o SDRA. Además, el proyecto COMET ha confirmado estudios anteriores sobre los daños que el nuevo coronavirus causa en otros órganos y sistemas del cuerpo de un infectado.
Actualmente, los investigadores de COMET están en busca de las terapias para la COVID-19 que puedan controlar la respuesta excesiva del sistema inmunitario del paciente. Supone “una línea muy fina entre terapéutica y perjudicial”, ya que una intervención incorrecta podría afectar el sistema inmunitario de tal modo que no sería capaz de luchar contra infecciones en general.
Los asintomáticos con covid-19 portan altas cantidades del virus y pueden ser igual de contagiosos
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Aproximadamente el 30 % de los pacientes con coronavirus del grupo de estudio nunca desarrollaron síntomas de la enfermedad.
Las personas con coronavirus asintomáticas son portadoras de la misma cantidad de virus en su nariz, garganta y pulmones que las personas que presentan signos de la enfermedad, y durante casi el mismo tiempo, según un estudio publicado esta semana en la revista JAMA Internal Medicine.
La investigación, llevada a cabo en Corea del Sur, ofrece una prueba de que las personas aparentemente sanas pueden contagiar a otros. El equipo dirigido por Seungjae Lee, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Soonchunhyang, analizó en el mes de marzo 1.886 hisopos tomados de 303 personas que dieron positivo por covid-19 en un centro de aislamiento de la localidad de Cheonan.
Al inicio del estudio, 193 eran sintomáticas y 110 asintomáticas. De los pacientes inicialmente asintomáticos, 89 (cerca del 30 % del total) parecían sanos en todo momento, mientras que 21 desarrollaron síntomas. Los participantes eran en su mayoría jóvenes.
El nuevo estudio, que midió el material genético del SARS-CoV-2 en los pacientes, también mostró que podía detectarse altas cantidades del virus en el tracto respiratorio de las personas sin síntomas durante períodos de tiempo significativos. Desde el diagnóstico hasta que dieron resultados negativos en las pruebas, tomó en promedio 17 días en los casos asintomáticos, y 19,5 días en aquellas personas con signos de la enfermedad.
Los resultados arrojados por esta investigación parecen concordar con estudios anteriores que sugieren que un porcentaje significativo de la población de personas infectadas parecen aparentemente sanos, pudiendo ser un importante foco de contagio sin que lo sepan.
"Son datos importantes", afirmó a The New York Times Benjamin Cowling, epidemiólogo de la Universidad de Hong Kong, que no participó en el trabajo. "Confirma lo que hemos sospechado durante mucho tiempo: que los casos asintomáticos pueden transmitir la infección", subrayó.
Los autores del documento concluyen destacando la importancia de mantener controles en la población y "aislar a los pacientes asintomáticos" para poder controlar la propagación del brote.
¿Habrá una segunda ola, cuánto durará la pandemia, cuán efectivas serán las vacunas?: responde uno de los principales epidemiólogos del mundo
Publicado:
RT ha conversado con Mijaíl Favórov, uno de los principales epidemiólogos del mundo, experto en el control y prevención de infecciones virales, subdirector del Instituto Internacional de Vacunas. Durante la entrevista, el científico respondió a las principales preguntas sobre la actual situación con la pandemia de covid-19: cuándo habrá una segunda ola, cuánto tiempo nos queda usando mascarillas o cuán efectivas son las vacunas en desarrollo, entre otras.
Segunda ola
De acuerdo con el experto, ese término no es muy científico y más correcto sería denominarla como subida estacional. Favórov señaló que en otoño siempre existe una alta probabilidad de propagación de enfermedades respiratorias: la temporada más fría, menos luz ultravioleta que en verano. Respecto a eso recordó que Brasil entró en la pandemia como todos los demás, pero luego llegó el invierno y causó un disparo de los casos.
Además, el epidemiólgo subrayó que la posible subida estacional depende de la cantidad de personas con anticuerpos. "Hay miles de millones de personas en la Tierra que no se han enfermado [de coronavirus]. Pero algunas áreas como Nueva York, Moscú, el norte de Italia han pasado por el ascenso y se puede hablar de alguna inmunidad colectiva. Pero en Moscú la cifra ronda el 30 %. Por lo tanto, el aumento de casos puede suceder, pero no tan alto como en otros lugares", destaca Favótrov.
De esta manera, el experto pronostica que después de la alta incidencia registrada actualmente en muchos lugares, luego viene la disminución de casos hasta mediados de septiembre y después de octubre pude volver a subir.
Asimismo, Favórov recalcó que ahora el virus se tolera fácilmente lo que se puede constatar en la baja letalidad. "Sí, existe un grupo de riesgo, pero en general el virus es menos agresivo que, por ejemplo, en Italia al comienzo del brote. Por lo tanto, quien se enferma ahora tiene más posibilidades que si estuviera enfermo al comienzo del invierno", afirmó el epidemiólogo.
Las vacunas en desarrollo
En cuanto a las vacunas que actualmente están en desarrollo o a punto de ser registradas (como la del Instituto de Investigación ruso Gamaleya), Favórov recordó que ninguna ha pasado suficientes pruebas, por ello no está claro cómo funcionan.
Existe buena evidencia de que la vacuna rusa produce una respuesta inmune y ya ha superado determinadas etapas de prueba. Pero siempre queda la posibilidad de que cualquier vacuna puede ser perjudicial si no se confirma su eficacia.
"Tras la primera fase, se producen anticuerpos. Pero no podemos caracterizar estos anticuerpos y su eficacia. Esto no significa que estas vacunas no protejan. Esto significa que no conocemos esta respuesta. Normalmente, esto queda claro en una enorme tercera fase, que es absolutamente necesaria, pero que ahora han decidido cortar. Nunca estaré de acuerdo con eso", aseveró el experto.
Favórov explicó que "hay anticuerpos que pueden atacar al virus, pero no lo neutralizan: el virus permanece vivo". Esto lleva al hecho de que el virus comienza a multiplicarse dentro de las células inmunes. "En EE.UU., se están realizando ensayos y hay 30.000 voluntarios. Con tantas personas vacunadas, se puede saber si la vacuna funciona o provoca la producción de anticuerpos que empeoran el curso de la enfermedad", estipuló el epidemiólogo.
Además, cuando se trata de vacunas tradicionales, la mayoría serán más o menos iguales, apuntó el experto.
"Pero debemos entender que la producción de vacunas es un proceso enorme. No consiste solo en el desarrollo, ni en la prueba de su efectividad, sino que es la fabricación de una gran cantidad de dosis. Y este proceso llevará algún tiempo. Hasta que sea sostenible, el intercambio de vacunas entre países será muy limitado", advirtió el experto.
Las mascarillas
Favórov aprovechó la oportunidad y subrayó la importancia de las medidas de protección, sobre todo el uso de mascarillas. De acuerdo con él, tendremos que utilizarlas por lo menos los próximos dos años. "En comparación con lo que transmites, como fuente, a otras personas, en caso de que estés enfermo, esto no es nada, ¡ponte esta macarilla! No te protege a ti, sino a otros", afirmó.
El experto explicó que el uso es necesario para detener la propagación del coronavirus ya que el SARS-CoV-2 es un agente dependiente de la dosis. Es decir, el desarrollo del virus depende de la dosis que esté siendo administrada en el cuerpo. "Cuando te pones una mascarilla, la dosis baja, lo que significa que no matarás a tu abuela, pero le darás la oportunidad de sobrevivir, incluso si se infecta", aseguró el especialista.
¿El virus muta?
Durante la entrevista, Favórov confirmó que el nuevo coronavirus muta y se adapta a la población. Sin embargo, hay partes constantes del virus que son responsables de su reproducción, de su existencia fuera del cuerpo y dentro de él, que no mutan, según advirtió el experto.
"Ahora se habla de seis genotipos del virus que inciden en el curso clínico. En Corea del Sur en su apogeo, la letalidad era del 0,5. En Italia, un 20 %. Estos son dos virus diferentes", aseveró el epidemiólogo, añadiendo que el virus europeo ahora está llegando a Asia y causando nuevos brotes.
Ante la pregunta del corresponsal, si los países entonces deberían cerrar las fronteras de nuevo e imponer cuarentenas, Favórov sugirió que la mayoría probablemente se cerrarán en octubre. "Todo se cerrará. Será como en marzo-abril. Habrá nuevamente unidades de cuidados intensivos sobresaturadas con pacientes. Necesitan estar preparadas ahora", advirtió.
¿Qué países manejaron bien el brote?
Según Favórov, es demasiado pronto para evaluar las diferentes estrategias de contención del coronavirus en distintos países. "Mucha gente regaña a Suecia por la falta de estrictas medidas de cuarentena, que a todos se les permitió enfermarse y muchos murieron ... Sí. Pero esperemos 3 años. Veamos qué pasará durante la subida estacional de este año, qué pasará en otros países y luego compararemos", destacó el especialista.
Además, insistió en que no hay que comparar las situaciones en diferentes países, sino los brotes. En ese sentido, recordó que aunque Italia sufrió una verdadera crisis al comienzo de la pandemia ("la tasa de mortalidad era comparable a la de la guerra"), pero por otro lado, casi no hubo casos en el sur del país. La situación es similar en Estados Unidos, agregó Favórov.
¿Cuántos años durará?
De acuerdo con Favórov, la pandemia durará unos 3-4 años sin vacuna, y con la vacuna unos 2 años. "Con la vacuna, la tasa de mortalidad disminuirá, ya que se vacunarán grupos de riesgo, por ejemplo, los ancianos. Así, la tensión social desaparecerá", vaticinó el epidemiólogo.
El experto subrayó que aproximadamente el 70 % de la población mundial debe enfermarse para que se desarrolle la llamada inmunidad colectiva y se termine la pandemia. Haciendo los cálculos, basados en las estadísticas actuales y pronósticos epidemiológicos, Favórov sugirió que un total de 15 millones de personas morirán a lo largo de toda la pandemia.
Cómo el ébola ayudó: director del centro que creó una vacuna rusa contra el covid-19 explica el proceso y cómo funciona
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La vacuna que contra el nuevo coronavirus ha desarrollado el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya aspira a ser la primera en ser registrada en Rusia y administrada a la población. El director del centro Gamaleya, Alexánder Guíntsburg, contó en detalle –en una entrevista exclusiva para el canal Rossiya 24– cómo funciona y por qué los vacunados no deben temer contagiarse con el covid-19 por causa de la inyección.
¿Cómo funciona?
El objetivo de cualquier vacuna es siempre el mismo: lograr que simule una infección viral para que el sistema inmune 'se lo crea' y reaccione en su propia defensa. Para la creación de esta en particular, los investigadores del Gamaleya hicieron uso de la vacuna desarrollada contra el virus del ébola. "En el adenovirus se insertó una copia del ADN de un determinado virus del ébola, que induce una respuesta inmune", explica Guíntsburg.
"A diferencia de los ácidos nucleicos ARN y ADN, que también llegan a nuestras células, la eficacia de la entrega del ácido nucleico aumenta en miles, decenas de miles de veces cuando están cubiertos con una envoltura del virus, que originalmente aprendió a entrar en nuestras células en el proceso de la evolución", detalla.
Al penetrar en nuestras células, esta partícula de pseudoadenovirus 'se desviste' como cualquier adenovirus, liberando ADN. En el ADN se sintetiza ARN, y en este, a su vez, hace lo propio "la proteína que necesitamos", indica el director del centro, detallando que luego esa proteína "migra a nuestra membrana celular, donde se ensambla en la estructura necesaria" y en ese estado se presenta a nuestro sistema inmunológico.
¿Puede provocar covid-19?
Guíntsburg afirma que no hay razones para temer que la vacuna pueda "hacer algo malo en nuestro cuerpo", ya que las partículas no están vivas y no se pueden reproducir. "Lo único que pueden hacer es provocar algún tipo de malestar", puntualiza el científico, para explicar que cuando introduces en el cuerpo "un antígeno extraño", el sistema inmunológico comienza a "funcionar con fuerza", de manera que la temperatura corporal puede aumentar en algunas personas "de forma natural". Este efecto adverso, según lo demostraron los ensayos clínicos, "se elimina con una tableta de paracetamol".
¿Habrá que vacunarse cada año?
El jefe del centro admite que, de momento, es imposible saber si habrá que vacunarse de manera regular o si bastará con una sola dosis. En este sentido, ejemplifica que "puede suceder como con el virus de la influenza", de forma que sea necesario vacunarse cada dos o tres años o, incluso, "cambiar la composición antigénica de la vacuna cada año". Por otro lado, si pasa como con el virus del sarampión —que "aparentemente nunca ha cambiado"—, habrá "una vacuna de una vez por todas". "Me gustaría que la evolución fuera de esta manera. Pero, lamentablemente, actuará según sus propias leyes, que no conocemos, y solo veremos el resultado de lo que sucederá", reconoce Guíntsburg, quien cree que sabremos la respuesta "en el próximo año y medio o dos años".
La vacuna
Creada de forma artificial, sin ningún elemento del coronavirus en su composición, la vacuna se presenta en forma liofilizada, como un polvo que se mezcla con un escipiente para disolverlo y luego administrarlo por vía intravenosa.
En los ensayos clínicos de la vacuna, que tenían como objetivo evaluar su seguridad y los efectos en el organismo, participaron un total de 38 voluntarios de entre 18 y 60 años. Los médicos dieron la investigación por exitosa y concluyeron que la vacuna es segura: al final del proceso "todos los voluntarios tenían inmunidad". Yelena Smoliarchuk, directora del Centro de investigación clínica sobre medicamentos de la Universidad Séchenov, afirmó que la protección máxima se alcanza tres semanas después de la inyección, cuando se desencadena la respuesta del sistema inmunológico.
Los científicos rusos no precisaron qué cantidad de anticuerpos se detectó en los voluntarios, ni tampoco detallaron qué concentración es la que garantiza la inmunidad que destacaron tras los primeros ensayos clínicos.
Determinar la eficacia de una vacuna puede llevar años. Al día de hoy, la comunidad científica no sabe con exactitud qué concentración de anticuerpos es necesaria para hablar de inmunidad al covid-19 o, al menos, de una lucha eficaz del organismo contra el virus.
Además, los científicos determinaron recientemente que la concentración de los anticuerpos del covid-19 disminuye rápidamente con el tiempo. No se sabe si este hecho puede influir en la resistencia del organismo y, por lo tanto, en la eficacia de una vacuna, aunque en el caso del brote del SARS en los años 2000 los anticuerpos estuvieron presentes en los recuperados durante un período relativamente largo.
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El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha avanzado que esta semana se llegarán a los 20 millones de casos registrados y 750 000 muertes de COVID-19 en todo el mundo. “Detrás de estas estadísticas hay una gran cantidad de dolor y sufrimiento. Cada vida perdida importa.