El año pasado, Rusia desbancó a Arabia Saudí como segundo proveedor de crudo y sus derivados a EEUU, suministrando un promedio de 538.000 barriles diarios.
Después de años de representar menos del 0,5% de las importaciones estadounidenses anuales de petróleo y productos derivados, Rusia aumentó constantemente su participación durante la última década al alcanzar un máximo histórico del 7% en 2020, según los cálculos de Bloomberg News.
El incremento se logró principalmente gracias a los derivados de petróleo y es atribuible a la imposición de sanciones a Venezuela, que tradicionalmente enviaba una parte considerable de su petróleo pesado a las refinerías estadounidenses.
"Al perder el crudo venezolano y enfrentarse a una materia prima cada vez más cara de los proveedores tradicionales de la OPEP, se han convertido en un cliente importante para el fuelóleo ruso como sustituto", comentó Adi Imsirovic, miembro del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford.
No obstante, la creciente dependencia de Estados Unidos del petróleo ruso está en desacuerdo con la diplomacia energética estadounidense, observa Javier Blas en su artículo para la agencia estadounidense.