El nombre de Rodolfo Walsh está ineludiblemente ligado a las mejores caras del periodismo latinoamericano y el combate a los gobiernos totalitarios de la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, el escritor argentino también desempeñó un papel crucial —aún sin tener esa intención— para que el Gobierno de Cuba pudiera frustrar la invasión a la Bahía de Cochinos con que Estados Unidos pretendió derrocar a Fidel Castro en abril de 1961.
Nacido en la provincia argentina de Río Negro el 9 de enero de 1927, Rodolfo Walsh alcanzó notoriedad en 1957 cuando publicó Operación Masacre, un libro que reconstruía el fusilamiento a un grupo de activistas peronistas por parte de las fuerzas represivas al servicio del Gobierno de facto de Pedro Eugenio Aramburu (1955-1958).
Además de ser uno de los primeros documentos periodísticos sobre prácticas típicas del terrorismo de Estado en América Latina, Operación Masacre pasó a la historia como la primera obra de periodismo narrativo, un género que desde entonces tuvo a Walsh como padre.
La obra también marcó el perfil comprometido de Walsh con la defensa de los derechos humanos y el combate a la represión, una causa que le costó la vida en 1977, cuando fue desaparecido por la dictadura militar que se autodenominaba Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) y al que Walsh se atrevió a cuestionar públicamente a través de su célebre Carta abierta de un escritor a la Junta Militar, enviada a todos los medios el 24 de marzo de 1977, horas antes de desaparecer.
Dieciocho años antes de desaparecer, y uno después de haber publicado Operación Masacre, Walsh viajó a Cuba, donde se radicaría hasta 1961. Su compromiso social lo llevó a apoyar la Revolución Cubana y, en ese marco, decidió participar en La Habana de la fundación de la agencia de prensa cubana Prensa Latina.
Concebida por Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, Prensa Latina tuvo como primer director general a Jorge Masetti, también periodista argentino que conocía a Walsh desde su militancia juvenil en una organización nacionalista denominada Alianza Libertadora Nacional. Tanto Masetti como Walsh habían apoyado al peronismo en sus inicios para luego albergar ideas más de izquierda y revolucionarias.
"Lo que encontró dentro no sólo fue una noticia sensacional para un periodista militante, sino también una información providencial para el gobierno revolucionario de Cuba", sintetiza aquel artículo en Alternativa.
En efecto, Walsh pudo establecer que el mensaje en realidad tenía como destino la ciudad de Washington, en Estados Unidos, y había sido escrito por el jefe de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de EEUU, por sus siglas en inglés) en Guatemala que se camuflaba como un adscripto en la embajada estadounidense en Ciudad de Guatemala.
Según García Márquez, aquel mensaje descifrado por Walsh contenía "un informe minucioso de los preparativos de un desembarco en Cuba por cuenta del gobierno norteamericano". Por si fuera poco, revelaba que los soldados que participarían de la invasión se estaban entrenarían en la hacienda de Retalhuleu, un cafetal al norte de Guatemala.
Walsh, el pastor
La invasión a la Playa Girón, en la Bahía de Cochinos, entre el 15 y el 19 de abril de 1961 pasó a la historia como uno de los grandes fracasos de Estados Unidos en su intento por derrocar por la fuerza a Fidel Castro. El episodio no solo demostró la adhesión de la población cubana a la Revolución sino que la victoria frente a los invasores consolidó aún más la unión popular entre los cubanos.
Faltaba un año para que eso sucediera cuando Walsh descifró el mensaje. Si bien el primer impulso del equipo periodístico fue convertir el hallazgo en un artículo, el Gobierno cubano, propietario de la agencia, prefirió que eso no sucediera. Pero ni Masetti ni el autor de Operación Masacre estaban decididos a darse por vencidos, lo que dio lugar a un insólito plan descrito años después por García Márquez.
"Un hombre con el temperamento de Masetti no podía dormir tranquilo si no iba más allá de aquel descubrimiento. De pronto concibió la idea magistral. La concibió en la puerta de su oficina, viendo a Rodolfo Walsh que se acercaba por el estrecho vestíbulo con su andadura un poco rígida y sus pasos cortos y rápidos. Tenía los ojos claros y risueños detrás de los cristales de miope con monturas gruesas de carey, tenía una calvicie incipiente con mechones flotantes y pálidos, y su piel era dura y con viejas grietas como el pellejo de un cazador en reposo. Viéndolos acercarse. Masetti me preguntó a qué se parecía Rodolfo Walsh, y yo le contesté que tenía cara de pastor protestante", recordó García Márquez.
En efecto, para Masetti Walsh tenía la apariencia perfecto de un "pastor protestante que vende biblias en Guatemala". Su plan, entonces, era enviarlo al país centroamericano ataviado como un predicador para que consiguiera infiltrarse en Retalhuleu y presenciar los entrenamientos militares clandestinos.
Walsh estaba dispuesto a hacerlo pero el plan acabó frustrado, primero porque no contaba con el agrado del Gobierno cubano y porque, aún así, el argentino fue demorado en Panamá, donde su verdadera identidad quedó al descubierto. Walsh decidió entonces no continuar con el plan.