F. Trespaderne.
diariodeburgos.es
F. Trespaderne
Era algo más que previsible y los peores augurios, a pesar de los reiterados anuncios, se han cumplido. El lobo de la TDT ha llegado y numerosos pueblos de la provincia se han quedado a dos velas.
Estamos en una provincia, región y país, acostumbrados a agotar todos los plazos habidos y por haber antes de materializar los proyectos. Llevamos anunciado que a partir del diez de marzo de este año llegaba el apagón analógico y que aquellos que no hubieran adaptado sus antenas se quedarían sin ver la televisión. Tanto decir que viene el lobo, y no hacer caso, al final ha llegado y unos trescientos pueblos, 6.000 vecinos, se han quedado sin señal de televisión.
Las quejas no han tardado en llegar, pero hay excusas que no valen, como por ejemplo que no se ha informado, se ha hecho, aunque tal vez no haya sido suficiente en los pequeños núcleos rurales. La única excusa válida es que la solución que se propone, instalar antenas parabólicas, no sea la más adecuada para algunas de esas localidades o que es demasiado cara. Todo lo demás ya no sirve a esta alturas de la película, había que reaccionar antes de que llegara el lobo y plantear las quejas a las administraciones antes de que se agotaran los plazos establecidos hace años.
Pero una vez acechados por el lobo, el siguiente paso tiene que ser evitar que con la TDT se repita la historia de la televisión analógica y que algunos pueblos de esta provincia tengan que esperar otros treinta años, son los que costó colocar un repetidor en condiciones, para ver la televisión en alta definición.
Los sacrificados ahora son unos pocos, los que resisten el invierno en los pueblos, pero no quiero ni pensar lo ocupados que van a estar los alcaldes cuando lleguen los veraneantes y se encuentre con que no ven la tele. Hagan algo y rápido para cazar este lobo