En la crecida de la inseguridad jurídica y del desmadre se ha convertido al BOE casi en un tabloide
Fernando Jáuregui
Si hay algo sacrosanto en un país, si hay un periódico que no puede equivocarse nunca, si hay un texto con fuerza de ley de obligado cumplimiento, este es el Boletín Oficial del Estado, garantía de seguridad jurídica y de seriedad de una nación en el cumplimiento de sus obligaciones y limitaciones. Por eso, cuando el BOE se equivoca, sobre todo si es en materia sensible, rachas de viento helado recorren los despachos inversores y los corazones de los ciudadanos.
Cuando el BOE publica algo, máxime si afecta a la vida municipal en su conjunto, como ha sido el caso que comento, se supone que el tema ha sido revisado, aquilatado y hasta consensuado con los distintos estamentos afectados. Nada de esto se ha dado en la presente ocasión: la gaceta oficial desmiente, aplazándola, la fecha en la que debería entrar en vigor la prohibición a los ayuntamientos para endeudarse. La rebelión de los alcaldes que se produjo este lunes, y que inundó de llamadas indignadas las sedes socialistas y a la propia Moncloa, habría obligado a esta rectificación, minimizada como fe de errores por la vicepresidenta económica, aplazando seis meses, hasta enero del año próximo, esta entrada en vigor de la prohibición a las corporaciones municipales.
Lo peor no es tanto la sensación de improvisación cuanto la de que se ha pretendido ocultar el tema, precisamente por temor a la reacción de unas corporaciones locales ya al borde de la asfixia económica: la prohibición de endeudamiento desde el 1 de junio, aprobada por el Consejo de Ministros del viernes, se silenció en la referencia posterior del mismo, se ocultó a los alcaldes socialistas que compartieron el domingo el mitin con Zapatero en Elche y solamente se conoció cuando, el lunes, apareció el BOE. La escandalera subsiguiente obligó a la mencionada rectificación en el BOE de este martes, rectificación que aparece cuidadosamente oculta entre otras varias fes de errores de mucha menor importancia.
No faltan estos días comentaristas que, basándose en estos indicios de cierto caos, presenten a Zapatero abrumado, en busca de soluciones desesperadas. Soy de los que creen que hace tiempo deberían haberse arbitrado medidas de alcance, sobre todo encaminadas a generar confianza en la ciudadanía: un consenso general con otros partidos, especialmente con el principal de la oposición. Se ha hecho al revés: en la crecida de la inseguridad jurídica y del desmadre se ha llegado a convertir al BOE casi en un tabloide. Ya solo le faltan al Boletín las fotografías (en color, claro) para completar el tono surrealista de esta vida política nuestra