Los siguientes consejos van dirigidos a todos los que quieran asumir personalmente el mantenimiento de su propio ordenador, y están especialmente orientados a quienes usan Windows. Todo esto puede parecer incómodo y carente de utilidad, pero pueden salvarte de muchos problemas futuros. Si prefieres evitarte estas molestias, harás bien en contratar a un profesional para que se encargue de ellas.
En una hoja de papel deberías tener apuntadas las referencias de tu hardware. Al menos conviene anotar la fecha de compra, así como la marca y modelo de cada componente importante:
Placa base.
Microprocesador.
Memoria RAM (tipo, número de placas y Mb).
Disco duro (tamaño, Gb).
Lector o grabador de CD/DVD.
Tarjetas de vídeo, audio, red, etc.
Monitor, impresora, escáner.
Teclado, ratón.
Módem, router, etc.
Guarda en un cajón todo lo relacionado con el hardware: la lista anterior, los manuales, documentación (tarjetas de garantía) y los CDs con software específico para el hardware o con controladores (drivers) respectivos. Asegúrate de que luego no vayas a confundir los discos (si es necesario mete el disco en un sobre de papel en el que escribirás la marca y modelo del aparato correspondiente). Si te han entregado cables o accesorios que por ahora no necesitas, consérvalos junto con todo lo anterior.
En otro papel anota todas las configuraciones personalizadas: identificativos y contraseñas para conectar y/o para acceder al correo, a páginas web que requieran identificación, etc. Anota los servidores de correo, servidores DNS necesarios para configurar la conexión y/o la URL de la página donde puedas consultar esos datos. Añade la contraseña que usas como administrador de tu propio sistema. Si necesitas hacer alguna modificación clave en la configuración de hardware (el "SetUp" o "la BIOS") o del software, anótala también, así como las contraseñas de hardware (por ejemplo, del router). No guardes muy lejos este papel: cada vez que te registres en un nuevo sitio web deberías apuntar ahí la URL de esa página, así como tu identificativo y contraseña para ese sitio.
Dedica otro cajón al software. Guarda el CD (o copia) que sirva para instalar/reinstalar tu sistema operativo. Créate los discos de emergencia o arranque, y guárdalos igualmente. Archiva también los CDs de otro software que utilices. Si descargas un programa de Internet, copia el archivo también a un CD; rotula ese disco (nombre del programa, versión, fecha de la descarga y URL de donde lo has obtenido) y guárdalo en ese cajón de software.
Si usas un router, cámbiale la contraseña inmediatamente después de instalarlo. Si no lo haces, le darás una alegría a los hackers que intenten visitarte, porque ellos suelen saber cuáles son las contraseñas con que esos aparatos salen de fábrica. Por motivos similares, en cualquier otro elemento hardware que use contraseña también debes cambiarla (y anotarla en el papel dedicado a las contraseñas).
A diario, evita trabajar como administrador del sistema. Reserva eso solo para cuando sea imprescindible, porque en esas circunstancias todo el ordenador es más vulnerable a ciertos problemas (hackers, virus, etc). Créate una cuenta de usuario y utilízala para las labores cotidianas. De esa forma, si tienes un problema como los indicados solo afectará a esa cuenta de usuario y no podrá perjudicar a otros usuarios ni a la cuenta del administrador ni al núcleo del sistema operativo.
Controla a otras personas que puedan utilizar tu ordenador. Asígnale a cada persona una cuenta, con contraseña, de forma que un usuario no pueda usar (o borrar o infectar) los archivos de otra cuenta. Nunca les des tu contraseña personal y menos aún la de administrador (si quieren instalar algo o hacer alguna operación delicada, que te lo pidan a ti, y tú lo haces).
Si tienes conexión a Internet, instala un antivirus y un cortafuegos. Usa un buen antivirus y mantenlo actualizado para que pueda bloquear virus que aparezcan posteriormente a su instalación; que no te duela pagar dinero por un programa tan importante como éste. El cortafuegos no solo cerrará el paso a los hackers que intenten entrar en tu ordenador; también te permitirá detectar y/o bloquear programas malware (spyware, virus o troyanos) que tengas dentro y que estén tratando de establecer conexiones con el exterior. Hay buenos cortafuegos gratuitos. Asegúrate de tener bien configurados estos dos programas claves para tu seguridad y no te duela perder tiempo para entender cómo funcionan: manejar mal estos programas es como no tenerlos.
Si tienes conexión, mantén actualizado el sistema operativo y los programas. Utiliza las actualizaciones automáticas o consulta las páginas de actualizaciones (sitio de Windows Update, o similar para otros programas). No se trata de ir cambiando a otras versiones más nuevas del mismo software, sino de instalar parches que solucionen defectos en el sistema o en los programas que ya tienes.
Realiza copias de seguridad frecuentes; por ejemplo, una vez a la semana. El disco duro puede averiarse (físicamente) o puede que otro problema te obligue a formatear y perder todo su contenido. No necesitas hacer copia del sistema operativo ni de los programas porque eso ya lo debes tener según se ha indicado antes. Así, solo necesitas copiar tus archivos de documentos personales y alguna cosita adicional (mensajes de correo-e, libreta de direcciones, favoritos...); copiar todo eso a un CD solo te ocupará unos minutos, y puedes automatizarlo a través de un programa de copia de seguridad. Mi consejo es que utilices dos CDs regrabables para hacer copias de seguridad alternas: por ejemplo las semanas pares podrías hacer la copia en un disco, y las semanas impares usas el otro; De esta forma, si tuvieses que recuperar los archivos y te encontrases algún problema con el último disco (o sus archivos), siempre tendrías una segunda oportunidad recurriendo al otro disco.
Chequea el disco duro cada cierto tiempo, mediante el Scandisk (u otro programa equivalente). A continuación te sugiero que hagas una desfragmentación del disco duro. Te recomiendo que hagas estas operaciones cada tres meses y siempre que tengas motivos para sospechar que algo no va bien en el ordenador.
No instales programas de procedencia dudosa porque pueden ocasionarte problemas (virus, fallos, etc). Usa solo programas obtenidos de fuentes (sitios) fiables. Evita instalar programas que sean poco necesarios: el ordenador y el sistema operativo te agradecerán funcionando más rápido. Si tienes instalado algún programa que no vas a usar más, desinstálalo. Haz las desinstalaciones mediante el procedimiento adecuado ("panel de control" o similar) y nunca borrando directamente los ficheros y carpetas.
Si usas Windows XP, antes de instalar software o modificar alguna configuración, siempre conviene crear un punto de restauración. Si luego algo va mal podrás recuperar la configuración previa a esa modificación: es como "volver atrás en el tiempo" y casi siempre conlleva la desaparición del problema.
Cuando algo no funcione bien, lee. Si tienes problemas con un elemento de hardware, consulta el manual de ese aparato. Si tienes problemas con un programa, mira en la ayuda que tiene el propio programa. Esos documentos pueden ayudarte a corregir el problema con certeza. Si das palos de ciego puedes ocasionar destrozos mayores.
Si tienes conexión, usa un buscador para informarte sobre los problemas que tengas. Es probable que encuentres manuales y documentos interesantes para cualquier elemento de hardware y software. Incluso podrás encontrar opiniones de otros internautas que tuvieron el mismo problema y lo corrigieron. Si todo eso falla, entra en algún foro o lista de distribución donde seguramente puedas recibir ayuda de otros usuarios más experimentados.
Cuida el teclado y el ratón, evitando golpearlos o maltratarlos innecesariamente. No comas bocadillos sobre el teclado poque es inevitable que caigan trocitos de alimento entre las teclas. Si tienes elementos inalámbricos, cámbiales las pilas en cuanto notes que empiezan a fallar. Si tienes un ratón de bola, úsalo sobre una superficie limpia; cuando veas que el puntero comienza a encasquillarse, ábrelo y limpia los rodillos internos.
Una vez al año, limpia el ordenador por dentro. Lo desenchufas, lo abres y le quitas el polvo de aquellos sitios donde se acumula especialmente. No hace falta que lo dejes "reluciente"; solo quita la porquería más gruesa. Usa un aspirador o un paño (seco), siempre con cuidado. Es evidente que no podrás llegar a muchos rincones; en esos sitios lo más que podrás hacer es un soplido dirigido (a través de un tubito tipo "paja de bebida" o el canuto de un bolígrafo). Limpia especialmente los radiadores que refrigeran el microprocesador y todos los ventiladores. Comprueba que los ventiladores giran y no están encasquillados. Todo eso evitará sobrecalentamientos que pueden provocar fallos o averías.