"Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer mandamiento. El segundo, es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". (Mt.22,37-40)
Muchas veces hemos leído este pasaje de la Escritura y hemos intentado vivir este mandamiento.
Y en esta búsqueda y esfuerzo para amar a Dios y amarnos a nosotros mismos de una manera más completa, tenemos varios accesos para llegar a ello, mediante la sanación interior.
Un ejemplo, citado por Robert De Grandis, lo tenemos en el Apóstol Pablo.
Pablo combatió y persiguió a los cristianos, creyendo que debía hacerlo ya que tenía los poderes recibidos de los Sumos Sacerdotes, hasta que un día, de camino a Damasco, oye una voz que le llama y le pregunta por qué le persigue; y a continuación le dice, que entre en la ciudad y allí le dirían lo que debía hacer. (Hch. 9,1-9)
Ananías le impuso las manos y recibió el Bautismo en el Espíritu Santo. Al llenarse del Espíritu, Pablo comenzó su sanación interior.
Al final de su vida, Pablo nos habla de un hombre transformado:
s A través de muchos años de oración.
s De leer las Escrituras.
s De ser Ministro del evangelio.
s Y de llevar diariamente su cruz.
s Y pudo decir al final: " Y no soy yo quien vive, sino es Cristo que vive en mi. "
Pablo iba dando testimonio, llevando el Reino de Dios, y habla de Jesucristo, nuestro Señor, a los mismos que él había perseguido y odiado y rechazado tanto; pero evidentemente, Pablo estaba sanado de sus sentimientos negativos hacia ellos, y ahora solo sentía amor, y quería compartirles la Buena Nueva de Nuestro Señor Jesucristo.
Este es Pablo, el hombre que pasó por un proceso de sanación interior, y esta sanación la fue recibiendo, caminando con Jesús, dejándose guiar por Jesús, y así fue sanado y tuvo los mismos sentimientos de Cristo. (Fil. 2,5)
La sanación es un proceso y cuando vamos por ese camino como lo hizo Pablo, nos transformamos a la imagen de Nuestro Señor Jesucristo, y vamos teniendo los mismos sentimientos de Cristo, convirtiéndonos en una nueva creación a través de Él.
Como conclusión, podemos decir que en el consciente y subconsciente se encuentra lo principal de nosotros, que quizá nunca conozcamos o conozcamos muy poco, y es aquí donde se realiza la sanación interior.
Pero es necesario abrirnos a la mirada de nuestra conciencia y buscar la curación del Señor, pero esto suele ser muy difícil.
A veces puede aflorar por medio del diálogo. Otras, por medio de la palabra de conocimiento. Y otras será necesario acudir a la psiquiatría, que puede ayudar a traer a la superficie lo guardado en nuestro inconsciente.
Pero sobre todo, tenemos que tener en cuenta que no se trata de convertirse en psicoterapeutas; éstas son pautas para poder conocer y saber la importancia que pueden llegar a tener en nuestro comportamiento, los acontecimientos de nuestra vida, almacenados en lo más profundo de nuestro ser, y que solo el amor, la gracia, la compasión del Señor pueden sanar, liberar y ordenar.
CAMINOS DE LA SANACIÓN INTERIOR.
Tomamos unas ideas de Benigno Juanes, de su libro "Iniciación a la sanación interior".
A veces nos preguntamos: ¿Dónde se realiza la curación interior?
El hombre, mediante el saber, puede tener lo que llamamos "vivencias", vivir sus propios actos. Y por medio de esa "conciencia", puede proyectarse hacia esos actos propios, o sobre el "yo" , y transformarse en el sujeto de las vivencias.
La persona, por tanto la conciencia, se comunica con el mundo material y otros seres a través de las vivencias. Aquí entramos en una nueva realidad: El límite del cuerpo y del psiquismo, o de lo orgánico y lo psíquico. Aquí se encuentra una zona no muy clara: El inconsciente, llamado así por Jung.
Según el pensamiento de Freud, los diferencia de la siguiente manera: El consciente, el subconsciente y el inconsciente.
Otros autores suprimen el vocablo "subconsciente" y lo consideran como inconsciente alto e inconsciente bajo. Según Jung, ambos constituirían, según su teoría, "EL INCONSCIENTE".
Este subconsciente es como un depósito que "guarda" todos los traumatismos, las heridas, los rechazos, los bloqueos de la primera infancia, y los conserva mucho más nublados en forma de complejos, cuanto se remontan más allá de esta edad.
Este inconsciente bajo, que para los psiquiatras y psicoterapeutas es el lugar de acción, es también el lugar de la sanación interior. Porque estas heridas que vienen de la primera infancia o de una edad posterior (aun adulta) tienen repercusiones sobre el organismo espiritual.
Los traumas interiores profundos pueden bloquear totalmente la vida espiritual. Si una persona, por ejemplo, ha odiado a su padre durante su infancia, por malos tratos recibidos, no llegará a vivir una libertad con Dios. Se encontrará con una barrera poco menos que insuperable, humanamente, hasta que no intervenga la curación interior. Las personas que han odiado a su padre tienen dificultad en tener una idea de la verdadera imagen de Dios-Padre, y menos aún sentir Su amor Paternal.
En el proceso de la sanación interior, no basta dominar los aspectos psicológicos; pueden ayudar, a nivel humano, pero sin rebasar el propio campo. Se requiere a nivel sobrenatural, ser utilizado por el Señor para que El vaya restaurando la personalidad profundamente herida y bloqueada. Esta sanación debe ir empapada de la "compasión" del Señor; esto es lo fundamental. Por lo tanto, la ayuda al enfermo tiene que ir acompañada y revestida de la misma compasión de Cristo, ya que ese amor penetra y cura las capas más profundas del subconsciente.
LUGAR DE LA LIBERACIÓN.
La relación entre la persona y el mundo espiritual y sobrenatural se realiza por medio del Espíritu. "Este radar ha sido puesto en marcha por el Espíritu en el momento el Bautismo."
También en el límite de lo psíquico y espiritual, existe una zona oscura, difícil de precisar. Es allí donde van a repercutir las heridas profundas de la vida psíquica, las acciones que vienen de lo espiritual y también los bloqueos espirituales perjudiciales. A esta zona, "inconsciente alto (más profundo), lugar de las ilusiones del pseudo espiritual, van a repercutir las consecuencias de las idolatrías. Este inconsciente es la zona donde se producen las ataduras causadas por la frecuentación de las corrientes idolátricas o el ocultismo. Hablamos de "ataduras" cuando el bloqueo se realiza en las potencias afectivas por formas espirituales malas.
Cuando el bloqueo se realiza a nivel de la voluntad o de la libertad psicológica, se habla de "posesión", "opresión" (obsesión) según los casos. Jung, repetidamente, nos dice que esto se produce al nivel del "inconsciente alto" o "inconsciente religioso".
En este campo no se puede ver claro solo con el razonamiento, sino que se necesita el carisma de discernimiento de espíritus. Sólo la oración y el Espíritu Santo hacen entrar en ese discernimiento. No se puede llegar con el razonamiento porque está fuera del campo psicológico. El inconsciente alto es el lugar de las más altas actividades místicas, y hay peligro de confundir el inconsciente alto espiritual con el inconsciente bajo psicológico.
El hecho de existir dos inconscientes, no quiere decir que haya dos realidades independientes. Generalmente se interaccionan las angustias, las lágrimas de la persona (Inconsciente bajo), con el arrepentimiento (inconsciente alto).
Esta teoría de R. Halter, no coincide con el de otros autores, al indicar el lugar de la curación. Para W.Johnston, lo "bueno" y lo "malo" de nuestra persona: angustias, odios, depresiones, rebeliones, cóleras (reacciones afectivas negativas) conviven con las experiencias positivas.
Por eso, penetrar en este mundo del consciente y del subconsciente ha de ser, para un cristiano, en compañía del Señor, que puede sanar la herida acallando la actividad destructiva de otras experiencias negativas.