La botella de agua
En un supermercado había una botella de agua que era muy egoísta. Siempre quería lo mejor para ella: el mejor sitio en la estantería, la etiqueta mejor puesta, ser la más limpia y deslumbrante, estar en primera fila. Nunca hacía nada por nadie y jamás se le ocurría dar algo suyo a otros.
Un día, una persona la cogió para comprarla. La puso en su carrito y se la llevó a su casa. La botella de agua estaba muy enfadada. No quería irse de la estantería y dejar el mejor sitio a otra botella. En su enfado, alguien intentó desenroscar el tapón para beber el agua que tenía dentro. Muy furiosa, se resistió a esto. No quería dar su agua a nadie.
Por más fuerza que hacían, no conseguían abrirla. No pudiendo destaparla, la devolvieron al supermercado. La volvieron a poner en la estantería. Y a fuerza de codazos, se colocó en el mejor sitio. De nuevo estaba en primera fila para ser admirada por todos los que pasaban.
Pero como es natural, volvieron a comprarla. Y otra vez sucedió lo mismo. Al no poder abrirla, fue devuelta a la estantería. Así fue transcurriendo la vida de esta botella, entre idas y venidas.
Fue pasando el tiempo, hasta que la botella de agua caducó. El agua que tenía dentro, comenzó a pudrirse y dejar de ser transparente. Los empleados, al ver el mal aspecto que tenía, se dieron cuenta de que estaba caducada. La cogieron y la tiraron al cubo de la basura.
Aquella botella no había servido para nada. A nadie le había dado su agua para quitarle la sed. Ahora ya era demasiado tarde. La botella, cubierta de basura hasta el cuello, se lamentaba de lo ocurrido. Ya no podía rectificar en su conducta. Se había dado cuenta demasiado tarde, de que todo lo que no se da a su tiempo, se echa a perder....
Autor desconocido
|