
Paz a ti, que siempre dices que tras la tormenta llega la tan
Ansiada calma. Hoy quiero decirte como le dije aquella vez a
Zaqueo: “Hoy vine para quedarme en tu casa”.
Entraré en ella porque tu me has abierto la puerta de tu corazón
No necesité llamar, pues ya me estabas esperando
La lámpara de tu alma estaba encendida, fue
Así, que por ella encontré el camino a tus cálidos brazos.
Tú, la enamorada de mi sagrado corazón me recibiste. En mil y una
Ocasiones hemos llorado juntos, cantado y también
Reído uno al lado del otro. Con mi brazo en tus hombros
Me he sentado junto a ti, en tus momentos de dolor
En tus alegrías, en tus tristezas, en tus días de enfermedad,
Nunca te dejé sola, al contrario, siempre
Te he acompañado y nunca dejaré de hacerlo y
A través de Tiberiades, recibe mi bendición, que junto con la de mi Madre, te enviamos desde aquí.
Recibe todo mi cariño.
Tu Amigo Jesús

|