¿Por qué, oh Señor, es tan difícil para mí mantener mi corazón dirigido hacia tí? ¿Por qué ocupan mi mente, continuamente, las muchas cosas que quiero hacer, y mucha de la gente que conozco, incluso durante las horas que estoy totalmente libre para estar contigo y nada más que contigo? ¿Por qué mi mente vaga en tantas direcciones y porque mi corazón desea las cosas que hacen que me desvíe? ¿No eres suficiente para mï? ¿Sigo dudando de tu amor y solicitud, de tu misericordia y de tu gracia? ¿Sigo preguntándome, en el centro de mi ser, si me darás todo lo que necesito, si solo mantengo mis ojos en tí? (...)
Por favor, acepta mis distracciones, mi fatiga, mis irritaciones y mis vagabundeos sin fe. Me conoces más profunda y plenamente de lo que yo me conozco. Me amas con un amor más grande que aquel con el que yo puedo amarme. Hasta me ofreces más de lo que yo puedo desear. Mírame, obsérvame en toda mi aflicción y confusión interna y permíteme sentir tu presencia en medio de mi agitación.
Toma mi cuerpo cansado, mi mente confusa y mi alma inquieta en tus brazos, y dame descanso, simple y calmo descanso.
VEN, SEÑOR JESÚS, VEN.
Amén.
"No conoce la calma del mar, quien no ha navegado en la tempestad"
H.d.Rey