La oracion es hablar con Dios.
Parece sencillo, ¿no es así? Sin embargo, la oración no siempre se nos hace tan natural.
Nos podemos sentir incómodos hablándole a alguien que no podemos ver ni escuchar.
¿Cómo nos dirigimos a Dios? ¿Qué decimos? Y de todos modos, ¿de qué sirve?
¿Realmente se logra algo con la oración?
Estas son preguntas importantes.
Para responderlas, vamos primero a analizar más profundamente
la naturaleza de la oración.
¿Qué es la oración?
La oración es hacer contacto deliberado con Dios en palabra o pensamiento.
Es la voz de la fe, cuyo susurro puede sentirse al otro lado de la calle o al otro lado del mundo.
Es lo que nos saca de nuestros asientos como espectadores y nos pone como participantes activos con Dios.
La oración se expresa en muchas maneras:
una efusión de alabanza
una confesión de algo malo
una petición de ayuda
una declaración de necesidad
una expresión de gratitud
intercesión por otros
¿Qué dice la Biblia acerca de la oración?
A través de la oración, nos acercamos con confianza a Dios (Hebreos 4:16);
pedimos, buscamos, y llamamos a la puerta de Su generosidad (Mateo 7:7-8);
eliminamos ansiedad (Filipenses 4:6-7); y obtenemos sabiduría (Santiago 1:5).
La oración es la disciplina mental que siempre es apropiada para nuestras necesidades (Efesios 6:18).
Y es la manera en que nos alineamos con el Señor para ver lo que Él ve y desear lo que Él desea.
De hecho, la oración es una disciplina tan valiosa que somos alentados a “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).
Esto no significa oración oral continua; significa una actitud de oración. Como un estudiante de las Escrituras lo expresó,
“Significa más bien vivir con Cristo de tal manera que usted puede hablar con Él, o escucharlo en cualquier momento.”¹
Orar sin cesar es vivir cada momento conscientemente en la presencia de Cristo.
¿Por qué es importante la oración?
Primero, la oración es importante porque reenfoca nuestra perspectiva. Sin la oración, solamente vemos lo visible;
con la oración, Dios nos muestra las otras dimensiones de la vida.
Segundo, tranquiliza nuestros temores y calma nuestros nervios.
Podemos ir a la oración temerosos y ansiosos, pero cuando le damos nuestras
preocupaciones al Señor, salimos calmados y seguros (Filipenses 4:6-7).
Tercero, la oración transfiere nuestras cargas. Toma la gran carga que hemos estado llevando
y la mueve a los hombros que pueden soportar su peso (Mateo 11:28-29; 1 Pedro 5:7).
Cuarto, la oración levanta a otros que están en necesidad. Es la manera en que ayudamos a llevar los unos las cargas de los otros
y elevarlas a Aquél que sabe mejor.
¿Cómo oro?
Es obvio que Jesús, que es nuestro guía espiritual, es el maestro de la oración.
“Señor, enséñanos a orar”, le pidieron los discípulos una vez cuando Él regresaba de Sus oraciones (Lucas 11:1).
Jesús les enseñó utilizando una oración como modelo… ha sido llamada el Padre Nuestro.
En realidad, podría ser llamada la Oración de los Discípulos, porque estaba destinada como una herramienta de enseñanza
para aprendices como nosotros.
Ore al Padre celestial. Y Él les dijo: “Cuando oréis, decid: ‘Padre…’ ” (v. 2).
Jesús no nos dice que llamemos a Dios “Amigo”, como si fuéramos iguales a Él.
O “Rey”,como si fuéramos uno de las masas. Nuestra relación es una de hijo a padre.
Ore con una actitud reverente. “Padre, santificado sea tu nombre” (v. 2).
Cuando nos acercamos a nuestro Padre Celestial, nos estamos acercando a una Persona Santificada.
Debemos tener en mente a quién le estamos hablando: el Padre, sí, pero también el Soberano Santo del universo,
que tiene un plan glorioso para Su creación.
Ore con un corazón sumiso. “Venga Tu reino” (v. 2). Aquí reconocemos que Su plan para el mundo y para nuestras vidas
sobrepasa nuestros propios planes. Llegamos glorificando Su nombre y sometiéndonos a Su orden del día, no exigiendo la nuestra.
Ore por sus necesidades diarias. “Danos hoy el pan nuestro de cada día” (v. 3)
Él nos invita a orar por nuestras necesidades físicas: comida, ropa, alojamiento.
Ore por limpieza espiritual. “Y perdónanos nuestros pecados” (v. 3). Lo que la comida es para el cuerpo, el perdón es para el alma.
Para recibir limpieza de pecados, sencillamente pídalo.
Ore por pureza. “Y no caigamos en tentación” (v. 4). Esta es una oración para la protección de Dios.
Cada día, Jesús está diciendo, ore que el Señor le recuerde sus áreas vulnerables,
proteja sus ojos, guíe sus pensamientos, y lo mantenga puro.
¿Funciona la oración?
¿Realmente causa la oración una diferencia?
La oración cambia las cosas, ¡verdaderamente nos cambia a nosotros!
La oración es un Instrumento que Dios utiliza para llevar a cabo Su voluntad en la tierra.
La razón principal de la oración es relación. A medida que oramos, llegamos a conocer a Dios
de una manera que no hubiera sido posible de otro modo. A través de la oración, ponemos nuestra mano en la mano de Dios
mientras Él mueve montañas. ¡... ese “compañerismo con Dios a través de la oración” cambiará su vida!
Texto: Pr. AB - Amigos de Albuquerque
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