"Diciendo: "No hagáis daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios"". Apocalipsis 3:7 (RVR) Sello
Juan tuvo una visión sobre el futuro, y vio que Dios seleccionó a 144.000 judios, doce mil de cada tribu para que sean sus embajadores para proclamar su Reino durante la gran tribulación. Según relata Juan, el anticristo convencerá a la humanidad que él es el escogido para guiarla y cuidarla. Y frente a los terribles acontecimientos que se van a suceder, les ordenará sellarse con una marca que unificará a la humanidad en un único medio de compra y venta. La idea del anticristo es lograr la unidad monetaria de todos los países del mundo. Por lo cual, su orden será que nadie podrá comprar o vender si no tuviera la marca.
Obviamente, aquellos que se pongan la marca podrán tener trabajo, seguridad, asistencia médica además de poder comprar en los supermercados. Pero estos beneficios esconden un terrible mal. Dios prometió que aquellos que se pongan ese sello, la marca de la bestia, serán condenados al infierno.
Por eso plantea este otro sello, un sello divino que será colocado en las frentes de sus escogidos. 144.000 sellados por Dios, que en lugar de ponerse el sello de la bestia van a predicar el reino de Dios en la tribulación. Como es de esperarse, esa designación les va a provocar persecución, torturas, exilio, problemas y hasta la muerte. Por que el sello siempre es un signo de propiedad.
Tanto los que le sean fieles al anticristo como los que le sean fieles a Dios tendrán su sello. Estarán identificados con su dueño y actuarán en consecuencia. Y según lo vio Juan, muchos de los 144.000 serán asesinados. Un final trágico para aquellos que le son fieles a Dios. Pero su ganancia será mayor cuando despierten en presencia de Aquel que los selló y eligió. Cualquier sufrimiento temporal será minimizado por la gloriosa visión del Cordero inmolado y del Padre.
Para ellos será un tema de vida o muerte. Hoy nosotros también fuimos sellados con el Espíritu Santo de la promesa y tenemos un Dueño. Pero no estamos al tanto de sus exigencias y reclamos. Lamentablemente nos vamos a dar cuenta de quien nos selló cuando estemos en su gloriosa presencia, y allí será demasiado tarde para modificar nuestra conducta. ¡Hacelo ahora que todavía tenés tiempo!
REFLEXIÓN – Viví según tu sello.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany

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