"Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios." Romanos 8:14 (NVI) Aire
Me contaba Julián un amigo que es no vidente, una experiencia que tuvo que fue increíble. Por error asociamos la discapacidad con imposibilidad. Julián rompe todos los preconceptos y es un gran deportista. Hace atletismo, canotaje, torball, pero esta ya fue extrema. Una tarde lo invitaron a hacer parapente. Así que se tiró con el instructor en un paracaídas para volar a más de 800 metros de altura. Estuvieron volando durante más de media hora porque las corrientes de aire caliente hacen subir el parapente y el peso específico los hacía bajar. Es el mismo principio que utiliza el águila para volar tanto.
Me comentaba Julián que cuando ya estaban regresando, notó que el instructor comenzaba a hacer piruetas y vaivenes con el parapente. Epa, dijo, ¿no habíamos quedado que no íbamos a hacer ninguna locura? Este es mi primer vuelo. Es verdad, respondió el instructor, pero como están quemando pasto en la superficie, eso genera corrientes de aire caliente y tenemos que esquivarlas para poder bajar. Así que estuvieron haciendo vaivenes arriesgados hasta que finalmente lograron poner los pies sobre la tierra. La adrenalina y el esfuerzo los dejaron agotados.
Es notable como una corriente de aire caliente (que no se puede tocar ni ver) puede levantar a dos adultos pesados en un parapente. Es el mismo efecto que genera el Espíritu Santo de Dios en la vida. Nos impulsa hacia arriba, nos levanta, nos perfecciona y nos santifica. No podemos verlo, no podemos tocarlo, pero podemos palpar el efecto positivo de su influencia. Negarlo sería una tontería.
Una tontería tan grande como querer esquivarlo. Todos sabemos de memoria que el pecado es un camino descendente y que el Espíritu nos alienta a evitarlo. Para un hijo de Dios, que tiene al Espíritu Santo, querer descender para pecar es un trabajo doble. Tenemos que esquivar la influencia del Espíritu y tratar de ofender a Dios. En algunos, la práctica cotidiana ya hizo enfriar tanto esa corriente caliente que ni la sienten. Y eso es extremadamente peligroso. Por eso Pablo nos alienta a llenarnos del Espíritu.
¿Cómo está el vuelo de tu vida hoy? ¿Estás volando cada vez más alto, impulsado por el Espíritu de Dios? ¿O estás tratando de descender para pecar conscientemente? Vos elegís que corriente seguir. Elegí bien alto.
REFLEXIÓN — Volá alto. Dios te acompaña.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany
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