Cuando estés en la noche oscura del sufrimiento no culpes a Dios, no te culpes a ti mismo, ni culpes a los demás.
En lugar de ahogarte con la culpa fortalece tu espíritu con la oración, buenas lecturas y el apoyo de quienes te aman.
No te concentres únicamente en tus penas y valora todo lo bueno que aún puedes disfrutar.
Si no te dejas vencer por el desespero serás capaz de luchar, como lo hacen tantos que están en peores situaciones.
Por eso te conviene mirar hacia abajo y a darte cuenta de que otros sonríen sin pies cuando tú lloras por no tener zapatos.
Hay penas que nos parecen insufribles pero paso a paso vamos saliendo adelante si avivamos la fe y la esperanza.
Nos pasa como el alpinista que ve la cumbre lejana, pero poco a poco sus bríos lo llevan hasta arriba.
Dios nunca te abandona y está allí contigo aunque a veces no lo sientas.
Sigue adelante y verás como puedes más de lo que crees.
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