viernes 07 Enero 2011
Viernes de la II Semana de Navidad
La Iglesia celebra El Viernes después de Epifanía SI LA IGLESIA de su país celebró la Epifanía del Señor el Domingo Santo(s) del día : San Raimundo de Peñafort
Ver el comentario abajo, o clic en el título San Buenaventura : «Jesús extendió la mano y lo tocó»
Epístola I de San Juan 3,22-24.4,1-6.
y él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. Queridos míos, no crean a cualquiera que se considere inspirado: pongan a prueba su inspiración, para ver si procede de Dios, porque han aparecido en el mundo muchos falsos profetas. En esto reconocerán al que está inspirado por Dios: todo el que confiesa a Jesucristo manifestado en la carne, procede de Dios. Y todo el que niega a Jesús, no procede de Dios, sino que está inspirado por el Anticristo, por el que ustedes oyeron decir que vendría y ya está en el mundo. Hijos míos, ustedes son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque aquel que está en ustedes es más grande que el que está en el mundo. Ellos son del mundo, por eso hablan el lenguaje del mundo y el mundo los escucha. Nosotros, en cambio, somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha, pero el que no es de Dios no nos escucha. Y en esto distinguiremos la verdadera de la falsa inspiración.
Salmo 2,7-8.10-11.
Voy a proclamar el decreto del Señor: El me ha dicho: "Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. Pídeme, y te daré las naciones como herencia, y como propiedad, los confines de la tierra. Por eso, reyes, sean prudentes; aprendan, gobernantes de la tierra. Sirvan al Señor con temor;
Evangelio según San Mateo 4,12-17.23-25.
Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Buenaventura (1221-1274), franciscano, doctor de la Iglesia Vida de San Francisco, Leyenda mayor, c. 1
«Jesús extendió la mano y lo tocó»
Un día que Francisco estaba en la soledad orando y, llevado por su fervor estaba totalmente absorto en Dios, se le apareció Cristo en la cruz. Ante esta visión «su alma se le salió de sí» (Ct 5,6) y el recuerdo de la Pasión de Cristo le penetró tan profundamente que a partir de aquel momento difícilmente podía retener el llanto y dejar de suspirar cuando pensaba en el Crucificado; él mismo lo confesó un día poco antes de su muerte. Y es así cómo comprendió que era dirigida a él la palabra del Evangelio: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16,24).
Desde aquel momento se entregó al espíritu de pobreza, al gusto por la humildad y a los impulsos de una profunda piedad. Así como antiguamente no tan sólo la compañía sino el mero hecho de ver a un leproso, aunque fuera de lejos, le horrorizaba, ahora y desde aquel momento, con un perfecto olvido de sí, se entregaba a darles todos lo servicios posibles, siempre humilde y muy humano, por Cristo crucificado que, según la palabra del profeta, fue considerado y «despreciado como a un leproso» (Is 53,3).
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