lunes 10 Enero 2011
Lunes de la I Semana del Tiempo Ordinario
Santo(s) del día : San Agatón
Ver el comentario abajo, o clic en el título Santa Teresa-Benedicta de la Cruz Edith Stein] : «Se ha cumplido el plazo... Venid conmigo»
Carta a los Hebreos 1,1-6.
Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo. El es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser. El sostiene el universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo más alto del cielo. Así llegó a ser tan superior a los ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre que recibió en herencia. ¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy? ¿Y de qué ángel dijo: Yo seré un padre para él y él será para mi un hijo? Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: Que todos los ángeles de Dios lo adoren.
Salmo 97(96),1-2.6-7.9.
¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables. Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono. Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria. Se avergüenzan los que sirven a los ídolos, los que se glorían en dioses falsos; todos los dioses se postran ante él. Porque tú, Señor, eres el Altísimo: estás por encima de toda la tierra, mucho más alto que todos los dioses.
Evangelio según San Marcos 1,14-20.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Santa Teresa-Benedicta de la Cruz Edith Stein] (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa El pesebre y la cruz
«Se ha cumplido el plazo... Venid conmigo»
El niño del pesebre es Rey de reyes, el que reina sobre la vida y la muerte. Y dice: «Sígueme», y el que no está con él está contra él (Lc 11,23). Lo dice también por nosotros y nos pone ante la posibilidad de escoger entre la luz y las tinieblas. Desconocemos dónde nos quiere llevar el Niño divino en esta tierra, y no hemos de preguntárselo antes de que sea la hora. Todo lo que sabemos es que para los que aman al Señor todo concurre para su bien (Rm 8,28), y que los caminos trazados por el Señor nos conducen más allá de esta tierra.
Tomando un cuerpo, el Creador del género humano nos ofrece su divinidad. Dios se ha hecho hombre para que los hombres llegáramos a ser hijos de Dios. «¡Oh admirable intercambio!». Es para esta obra que el Salvador ha venido al mundo. Uno de entre nosotros había roto el lazo de nuestra filiación de Dios; uno de entre nosotros debía atarlo de nuevo y expiar la falta. Ningún retoño del viejo tronco, enfermo y degenerado, hubiera podido hacerlo; era necesario que sobre este tronco se injertara una nueva planta, sana y noble. Y es así que llegó a ser uno de nosotros y al mismo tiempo más que eso: uno con nosotros. Esto es lo que hay de más maravilloso en el género humano: que todos seamos uno... Vino para formar con nosotros un cuerpo misterioso: él el Jefe, la cabeza, y nosotros sus miembros (Ef 5,23.30).
Si aceptamos poner nuestras manos en las del Niño divino, si respondemos «Sí» a su «Sígueme», entonces somos suyos y el camino está libre para que pase a nosotros su vida divina. Este es el comienzo de la vida eterna en nosotros. No estamos aún en la visión beatífica en la luz de la gloria, estamos todavía en la oscuridad de la fe; pero no es ya la oscuridad de este mundo –es estar ya en el Reino de Dios.
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