sábado 08 Enero 2011
Sábado de la II Semana de Navidad
La Iglesia celebra El Sábado después de Epifanía SI LA IGLESIA de su país celebró la Epifanía del Señor el Domingo Santo(s) del día : San Lorenzo Giustiniani
Ver el comentario abajo, o clic en el título Juan Scot Erigene : «Es preciso que él crezca y yo mengüe»
Epístola I de San Juan 4,7-10.
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
Salmo 72,2.3-4.7-8.
para que gobierne a tu pueblo con justicia y a tus pobres con rectitud. Que las montañas traigan al pueblo la paz, y las colinas, la justicia; que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos de los pobres y aplaste al opresor. Que en sus días florezca la justicia y abunde la paz, mientras dure la luna; que domine de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra.
Evangelio según San Marcos 6,34-44.
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato. Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo para comer". El respondió: "Denles de comer ustedes mismos". Ellos le dijeron: "Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos". Jesús preguntó: "¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver". Después de averiguarlo, dijeron: "Cinco panes y dos pescados". El les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta. Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente. Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Juan Scot Erigene (?-hacia 870), benedictino irlandés Homilía sobre el prólogo del evangelio de Juan, c. 16
«Es preciso que él crezca y yo mengüe»
«Juan no era la Luz, sino enviado por Dios para dar testimonio de la Luz» (Jn 1,8). El precursor de la Luz no era la Luz. ¿Por qué, entonces, se le llama corrientemente «lámpara que arde» (Jn 5,35) y «estrella de la mañana»? Era una lámpara que arde e ilumina pero el fuego que le hacía arder no era suyo, la luz con la cual iluminaba no era suya. Era la estrella de la mañana pero no sacaba de sí mismo su luz propia: la gracia de aquel de quien era el precursor ardía y resplandecía en él. No era la luz, pero participaba de la luz; lo que brillaba en él y a través de él no era suyo...
En efecto, ninguna criatura dotada de razón o de inteligencia, no es la misma luz en su propia sustancia; participa de la Luz única y verdadera, la Luz substancial que nuestra inteligencia ve brillar en todo y por todas partes.
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