No puedo más
Esta es la frase en la que nos escudamos no pocas veces para justificar nuestra falta de voluntad, nuestra falta de generosidad.
Los
psicólogos nos dicen que son pocas las personas que desarrollan toda la
actividad de la que serían capaces. Y los teólogos nos dicen que son
menos aún las personas que hacen por Dios y por los demás todo lo que
podrían hacer.
¿Eres tú de esos pocos? ¿O eres acaso del montón?
Debes
convencerte de que, si te lo propones, puedes hacer más de lo que
haces; si quieres, pero si quieres de veras, sabrás descubrir en ti
resortes de insospechada potencialidad que te elevarán hacia Dios y que
harán que te abras a los hermanos.
Lo que pasa es que la
comodidad, la pereza espiritual para vencerse, dominarse, para
molestarse por los demás, anulan en ti esos recursos y resortes. Por eso
te sientes cansado, decepcionado, desilusionado, amargado, y has
llegado a convencerte de que no puedes hacer nada más, de que ya haces
todo lo que te corresponde.
Te está faltando un poco de voluntad;
no digas que te faltan fuerzas, tiempo, oportunidades, entusiasmo,
compañía y tantas otras cosas con las que te estás engañando y, por
consecuencia, anulando, esterilizando, haciendo inútil; y eso, el
sentirte inútil, es lo que impide que tu vida sea feliz y optimista.
Hay
hombres que hacen muchísimo más que tú; no me digas que es porque ellos
"pueden" más que tú: la verdad es que ellos "quieren" más que tú y por
eso "pueden" más que tú. Aquí es donde se aplica aquello de que "querer
es poder". Esta no será una afirmación apodíctica, pero es real en mil
ocasiones, y si no lo crees, haz la prueba y verás.
Alfonso Milagro
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