Años
Hoy Juampi cumplió 8 años, y se lo festejamos con familiares y amigos. Se divirtió jugando con sus primas y amigos mientras los mayores conversábamos en la mesa. Jugó como niño, porque es un niño. Mientras miraba a mi hijo riéndose con cosas de chicos, me acorde de Josías. Siendo apenas un bebé intentaron asesinarlo, por ser el hijo del rey. Mataron a todos sus hermanos y el sumo sacerdote lo escondió en el templo para evitar que lo mataran. Crecío escondido en el templo jugando con ancianos y mayores que ofrecían sacrificios y ministraban.
No tuvo demasiados amigos, ni tiempo para jugar a la escondida, a la lucha o con los autitos. Y cuando tenía ocho años, lo nombraron rey de un país. ¿Cuánto comprendía Josías de su responsabilidad? Seguramente muy poco.
Juampi sabe de sus responsabilidades en el colegio porque lo evalúan seguido y nos notifican de sus avances. Pero con ocho años, no es muy consiente de sus obligaciones, y está bien que sea así porque es solo un niño. Sin embargo, para Josías, no fue así. No había aprendido a jugar a la mancha y ya estaba dirigiendo una nación.
En la soberanía de Dios, el papel que le tocó jugar no fue divertido pero fue necesario. Tal vez no haya sido lo que él hubiera deseado, tal vez Josías hubiera preferido estar embarrándose con otros chicos en alguna laguna o tirado piedras a los árboles, en lugar de tener una corona en su cien, y el cetro en su mano derecha. Pero Dios pensó que era bueno y así lo articuló.
Tal vez hoy tengas una sensación similar y te gustaría estar viviendo una realidad distinta. Tal vez estarías deseando vivir otra vida, otras circunstancias diferentes. Y no podés. Te cuesta aceptar tu realidad actual y quisieras cambiarla. Josías nos enseña una gran verdad. Dios sabe por qué hace las cosas y por qué permite lo que permite. En su sabia soberanía, cuestionar lo que Dios permite, sería cuestionar su decisión.
Los adultos tenemos la mala costumbre de cuestionar todo, y pensamos que Dios siempre se equivoca cuando nos toca a nosotros pasar por un mal momento. Por eso es que Dios nos pide que seamos como niños. Y que imitemos a Josías en aceptar la que nos toca, simplemente porque Dios así lo decidió.
REFLEXIÓN — Viví como de ocho años.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany