¿Dónde estaba Jesucristo en la Parábola de Adán y Eva?
Al estudiar el maravilloso recuento de la Creación y de Adán y Eva en los primeros capítulos del Génesis a la luz de la fe y la razón, no podemos pasar por alto los trabajos del P. Pierre Teilhard de Chardin, S.J. Sus escritos sobre la Evolución fueron considerados peligrosos por las autoridades de la Iglesia en el siglo pasado. Teilhard murió en New York en el 1956 silenciado y con la prohibición de publicar sus escritos. Hoy está considerado como un pivote de la historia del pensamiento cristiano y reconocida gloria de la Iglesia. Místico y científico, Teilhard tuvo la inspiración de reconciliar la ciencia con la fe cristiana.
Según Teilhard, en la evolución del ser humano, el salto de lo animal al ser racional, pensante y creativo, marca lo explicado por la parábola del Adán y Eva en el Génesis. Dios da al hombre y la mujer el don de ser co-creadores con Él. Los pone en una misión a completar la Creación en el tiempo. Pero el plan de Dios incluye el libre albedrío y por lo tanto la posibilidad de que se rebelen a su propio destino. Por eso Dios en sus tres Personas se incluye en este plan. Jesucristo no venía como advenedizo a componer algo que había salido mal. Ya Jesús estaba desde el principio destinado a contrarrestar el egoísmo propio de la libertad del hombre y la mujer. Jesucristo, Dios mismo, como Redentor y Salvador, traía el elemento que completaría el plan de Dios en la creación. Jesús sería la Encarnación del Amor de Dios en la humanidad.
Teilhard define al amor como la única fuerza que mueve a la creación que evoluciona a través del tiempo. Jesucristo, el amor hecho carne y habitando entre nosotros, revelaría e inspiraría ese movimiento dinámico. Y esto, sin violar la libertad del hombre y la mujer. Más todavía, la presencia de Dios, respetando el libre albedrío, pero inflamando al ser humano con su amor, llevaría a completar la obra de la creación, el punto Omega, al final de los tiempos.
Sí, según Teilhard, corroborando lo que decía San Pablo y tantos Padres y doctores de la Iglesia, Jesucristo existía de siempre y estaba presente en la Creación como fuerza de toda la evolución.
El “pecado original” marca esa transición en la que el hombre y la mujer dan ese salto de la animalidad de fuerzas programadas por el instinto, a la racionalidad, emocionalidad, creatividad ingeniosa y poder de reflexionar del hombre y la mujer. Cristo era y sería el modelo universal de la humanidad., ya en los planes de Dios desde el principio. No era una “muleta” posterior inventada por Dios al ver que el hombre y la mujer se rebelaban a su propio destino.
Hoy, 2000 años después de Cristo, el ser humano a la luz de la fe y la razón, como nos dice el Santo Padre Benedicto XVI, seguimos buscando y encontrando respuestas. Jesús nos había dejado a todos como Iglesia, al Espíritu Santo para que nos siguiera explicando a su debido tiempo todo lo que Él nos había enseñado.
Encontremos cada uno cómo vivir esas enseñanzas, con nuestro libre albedrío pero con la constante y dinámica presencia de Dios. “Yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos.”
El recuento, la parábola de Adán y Eva, nos ayuda a entender en todos los tiempos nuestra responsabilidad para con el Reino de Dios que ya está en este mundo.