La misión de Nuestra Señora, en las aparaciones que han tenido
lugar en el mundo a lo largo de los siglos, es una misión de paz, amor y sanación.
Ahora bien, si decimos que la oración es fuente de la verdadera paz, podemos concluir que es necesario orar con el corazón, como nos pide la Reina de la Paz.........y buscar al Señor desde nuestra interioridad más profunda, para que la armonía de Dios habite plenamente en los más íntimo de nuestro ser y desde alli, se difunda como suave fragancia a todas las dimensiones de nuestra vida y la de nuestros prójimos.
No es casualidad que, en uno de sus mensajes, la Madre nos diga: Oren hasta que la oración se vuelva alegría. Esto se produce porque la oración hace descender la presencia viva de Dios a nuestros corazones, los cuales están heridos, pero al recibir por la oración, el toque bendito del Señor, somos sanados; y, así, la alegría vuelve a fluir en nosotros.
2 Crónicas 6, 19:No obstante, Señor, Dios mio, vuelve tu rostro hacia la oración y la súplica de tu servidor, y escucha el clamor y la oración que te dirige tu servidor.