REFLEXIÓN DEL DÍA
Estar preparados.
Ya Jesús nos dice en el Evangelio que el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada, a la hora del ladrón. Y si bien esto se puede entender y aplicar a su Segunda Venida en el Juicio Final, también hay que entenderlo en el momento de la muerte de cada uno de nosotros en particular. Por eso debemos vivir la vida preparados, es decir, estando siempre en gracia de Dios, en amistad con Él, y nunca viviendo en pecado mortal, porque si la muerte nos encuentra en este último estado, nos espera la condenación eterna en el Infierno.
Esta vida debe ser bien vivida, pero no en el sentido de que hay que gozar de todo y pasarla bien, sino aprovechar cada momento para ser cada día más buenos, más santos, cumpliendo los Mandamientos y las enseñanzas del Evangelio.
El mundo está lleno de muertes repentinas, porque la civilización de hoy, con sus progresos técnicos, ha creado también ocasiones de muertes repentinas que no dan tiempo a nada, ni siquiera a confesarse con un sacerdote, y a veces tampoco se tendrá tiempo para hacer un acto de contrición y arrepentimiento. ¡Qué locura es caminar por un precipicio alocadamente! Pues así es la muerte, un precipicio en el cual podemos caer en cualquier momento y debemos estar preparados para pasar de este mundo a la eternidad.