Buenos días, Señor, a ti el primero encuentra la mirada del corazón, apenas nace el día: tú eres la luz y el sol de mi jornada.
Buenos días, Señor, contigo quiero andar por la vereda: tú, mi camino, mi verdad, mi vida; tú la esperanza firme que me queda.
Buenos días, Señor, a ti te busco, levanto a ti las manos y el corazón, al despertar la aurora: quiero encontrarte siempre en mis hermanos.
Buenos días, Señor resucitado, que traes la alegría al corazón que va por tus caminos.