Autor: Oscar Schmidt | Fuente:
reinadelcielo.org La
tilma de Juan Diego La conservación de casi 500
años de la tilma original es un verdadero fenómeno
inexplicable
Investigaciones
científicas realizadas en la tilma de Juan Diego
En 1929 el fotógrafo Alfonso Marcué
González descubre una figura humana microscópica en el ojo derecho de la Virgen.
Desde entonces, el misterio de esas pupilas interroga a la ciencia.
En el año 1936 el Obispo de México
hace analizar tres fibras del manto por el que posteriormente sería premio Nobel
de Química del año 1938 y 1949, el Dr. Richard Khun (de origen judío).
Este descubrió que la pintura no
tenía ningún origen vegetal, ni mineral, ni animal, ni ningún otro elemento de
los 111 conocidos, por lo que dedujo que la pintura no es de origen conocido.
Muchos oftalmólogos han analizado los
ojos de María desde entonces, y también fotógrafos y científicos. Uno de los
hombres que más energías ha dedicado a tratar de dilucidar el misterio que
encierran esas imágenes es el científico peruano José Aste Tonsmann, experto de
IBM en procesamiento digital de imágenes. Hace 22 años decidió investigar la
posible existencia de más figuras, y halló otras doce, en adición a la figura
que se había descubierto originalmente.
Los ojos de Guadalupe constituyen uno
de los grandes enigmas para la ciencia en estos momentos, como han constatado
los estudios que el ingeniero José Aste Tönsmann realizó para el Centro de
Estudios Guadalupanos de México. Este graduado en ingeniería en sistemas
ambientales por la Universidad de Cornell, ha estudiado durante más de veinte
años la imagen impresa de la Virgen en ese tosco tejido hecho con fibras de
maguey de Juan Diego, el indígena que recibió las apariciones que cambiarían
decisivamente la historia de México.
En febrero de 1979 el Dr. José Aste
culminó con dos años de trabajo intensivo y descubrió lo que hasta ahora ha sido
uno de los fenómenos inexplicables más grandes de todos los tiempos (¡los que
tenemos fe lo llamamos simplemente un milagro!). Por computadora el Dr. Aste
agranda la imagen de la pupila del ojo derecho e izquierdo en forma
digitalizada, y descubre doce personas que están siendo observadas por los ojos
de la Imagen de la Virgen de Guadalupe. Pero allí no termina la sorpresa, ya que
al agrandar la pupila del Obispo Juan de Zumarraga otras mil veces más, o sea 1
milímetro de la imagen se agranda primero 2500 veces y luego la pupila del
obispo 1000 veces más y allí aparece nuevamente la imagen del indio Juan Diego
mostrando la Tilma con la Imagen de la Virgen de Guadalupe, retratada en los
ojos del obispo. Dos veces se retrata la imagen: una vez en los ojos de María, y
luego en los ojos del obispo retratados en los ojos de María. O sea que esta
imagen se observa en el tamaño de un cuarto de micrón, que es la 1/4 parte de un
millonésimo de milímetro.
¡Esto hizo que el Doctor Aste
Tonsmann no durmiera por varios días maravillado de algo tan increíble! No es
para menos, los milagros deben maravillarnos. En caso contrario, ¿qué sentido
tiene que Dios los realice?
Trece personajes en los ojos de
la Virgen
Si bien sus dimensiones son
microscópicas, el iris y las pupilas de los ojos de la imagen tienen impresa al
menos la imagen sumamente detallada de trece personajes. Las mismas personas
están presentes tanto en el ojo izquierdo como en el derecho, con diferentes
proporciones, al igual que sucede en los ojos de un ser humano que refleja los
objetos que tiene en frente. El reflejo transmitido por los ojos de la Virgen de
Guadalupe es la escena en la que Juan Diego mostraba al obispo fray Juan de
Zumárraga y a los presentes en la estancia el manto con la misteriosa imagen.
Era el 9 de diciembre de 1931.
La técnica que ha utilizado para su
estudio el ingeniero Aste Tönsmann es la del proceso digital de imágenes usado
por los satélites y por las sondas espaciales para transmitir informaciones
visivas. El científico, de hecho, ha trabajado durante años en IBM en
procesamiento digital de imágenes. Según las conclusiones del estudio, nos
encontramos ante una imagen «que no ha sido pintada con mano de hombre». Ya en
el siglo XVIII varios científicos realizaron pruebas científicas que mostraban
cómo era imposible pintar una imagen así en un tejido de esa textura. De hecho,
con el pasar del tiempo, las fibras del «ayate» (o tilma) que utilizaban los
indios se degradan. Normalmente no deberían durar más de veinte años. Sin
embargo, la imagen está impresa desde hace 470 años.
Richard Kuhn, premio Nobel de Química
(recordó Aste Tönsmann), hizo análisis químicos en los que se pudo constatar que
la imagen no tiene colorantes naturales, ni animales ni mucho menos minerales.
Dado que en aquella época no existían los colorantes sintéticos, la imagen,
desde este punto de vista, es inexplicable. En 1979 los estadounidenses Philip
Callahan y Jody Smith estudiaron la imagen con rayos infrarrojos y descubrieron
con sorpresa que no había huella de pintura y que el tejido no había sido
tratado con ningún tipo de técnica. Aste Tönsmann se pregunta, «¿Cómo es posible
explicar esta imagen y su consistencia en el tiempo sin colores y con un tejido
que no ha sido tratado?. Es más, ¿cómo es posible que, a pesar de que no haya
pintura, los colores mantengan su luminosidad y brillantez?».
El ingeniero peruano explica que
«Cahallan y Smith han mostrado cómo la imagen cambia ligeramente de color según
el ángulo de visión, un fenómeno que se conoce con el término de iridiscencia,
una técnica que no se puede reproducir con manos humanas». El investigador
comenzó a desarrollar su estudio en 1979. Agrandó los iris de los ojos de la
Virgen hasta alcanzar una escala 2.500 veces superior al tamaño real y, a través
de procedimientos matemáticos y ópticos, logró identificar todos los personajes
impresos en los ojos de María. En los ojos de la Reina del Cielo –revela– se
encuentran reflejados los testigos del milagro guadalupano, el momento en que
Juan Diego mostraba la tilma al obispo. Los ojos de la Virgen tienen así el
reflejo que hubiera quedado impreso en los ojos de cualquier persona en esa
posición, quinientos años atrás.
Se puede individualizar a un indio
sentado, que mira hacia lo alto mientras parece tener entre sus manos un
instrumento musical indígena; el perfil de un hombre anciano, con la barba
blanca y la cabeza con calvicie avanzada, como el retrato del obispo Juan de
Zumárraga realizado por Miguel Cabrera para representar el milagro; un hombre
más joven, con toda probabilidad el intérprete Juan González; un indio de rasgos
marcados, con barba y bigote y un gorro típicamente indígena, que abre su propio
manto ante el obispo: ¡sin dudas se trata de Juan Diego!. Una mujer de rostro
oscuro, una sierva negra que estaba al servicio del obispo; un hombre de rasgos
españoles que mira pensativo acariciándose la barba con la mano.
En el centro de las pupilas, además,
a escala mucho más reducida se puede ver otra «escena», totalmente independiente
de la primera. Se trata de una familia indígena compuesta por una mujer, un
hombre, y algunos niños. En el ojo derecho, aparecen otras personas de pie
detrás de la mujer.
Hasta aquí llega la ciencia, fue la
conclusión de Aste Tönsmann. Cómo se ha realizado algo así no es posible
descifrarlo con métodos científicos. En definitiva, en los ojos de la imagen de
la Virgen de Guadalupe está impresa una especie de instantánea de lo que sucedió
en el momento en que tuvo lugar el milagro.
Frente a toda esta evidencia, la
ciencia puede mostrar la realidad indiscutible presente en la Imagen, no su
origen. ¡Para esto hace falta la fe!
Milagros alrededor de la tilma,
desde siempre
El día 26 de Diciembre de 1531 (pocos
días después del milagro) iba un grupo transportando la tilma al cerro del
Tepeyac. En la misma iban muchos indios festejando, como era la costumbre de los
chichimecas, jugando con los arcos y las flechas y danzando. A uno de ellos se
le disparó accidentalmente una flecha, con tan mala suerte que atravesó la
garganta de un indio que iba caminado acompañando el manto. El mismo murió en el
acto en que la flecha le atravesó la yugular.
Luego de haberle extraído la flecha
delante mismo del manto, el indio revivió y sólo le quedo la cicatriz hasta el
día en que murió. A raíz de este impresionante hecho 9.000.000 de indios se
convirtieron al cristianismo.
En el año 1751 el retrato fue
analizado por Miguel Cabrera junto con José Ibarra, y comprobaron que en la
Imagen no hay rastros de pintura mirando por detrás, y por delante era visible
la pintura pero no había rastros de pinceladas de ningún tipo. En el año 1791 en
el lado derecho superior cae ácido muriático haciendo un agujero de cerca de 10
centímetros de diámetro. En 30 días el sector dañado se reconstituyó sólo sin
que nadie hubiera hecho algo para remendarlo, cocerlo o entretejerlo. Hoy en día
queda la aureola de la mancha y sólo con instrumental preciso se pueden rastrear
aún restos de ácido muriático en la Tilma.
En el siglo XVIII se hizo una réplica
lo más parecida al original y se pudo comprobar que el poncho confeccionado con
las mismas fibras de maguey se hizo polvo en sólo 15 años. La conservación de
casi 500 años de la tilma original es un verdadero fenómeno inexplicable.
El día 14 de noviembre de 1921 el
pedrero Luciano Pérez, un español anarquista, depositó un arreglo de flores al
lado de la Tilma de Juan Diego.
En ellas había colocado una carga de
dinamita que destruyó todo alrededor, mas la Tilma no sufrió absolutamente
ningún daño.
En el año 1956 el oftalmólogo Dr.
Torruela Bueno descubre que al acercarse al ojo para realizarle un fondo de ojo,
la pupila se cierra y al apartar la luz se dilata nuevamente, como si fuera el
ojo humano de una persona viva. En julio de 1956 el Dr. Lavoignet después de 8
meses de trabajos, descubre el fenómeno óptico de la "triple imagen de
Purkinge-Samson", que es el fenómeno óptico que hace que en el ojo humano se
formen las tres refracciones del objeto visto.
Al acercar el lente para hacer un
fondo de ojo, observaron una vez más que con la luz la pupila se contraía y al
retirarla se dilataba nuevamente.
El 7 de mayo de 1979 los científicos
Jody Brand Smith, profesor de estética y de filosofía en el Pensacola College, y
Phillip Serna Callahan, biofísico de la Universidad de Florida y especialista en
pintura y miembros de la NASA, analizan la tilma sin encontrar pintura en el
original de la imagen. Prueban que no es fotografía pues no ha se ha
impresionado al tejido. También descubren que la tilma conserva sin ninguna
explicación la temperatura del cuerpo humano, de alrededor de 36,6 a 37º. Al
acercarse a ver la tela a menos de 10 centímetros, no se ve nada más que las
fibras del manto, los colores ya no son visibles, desaparecen. Es imprescindible
alejarse para ver la imagen de María. Los científicos de la NASA descubren
también que al pasar un rayo láser por la tela, colocándola de costado, el mismo
pasa sin tocar la pintura ni la tela. De este modo comprueban que la pintura
está suspendida en el aire, por tres décimas de milímetros, o sea que la misma
no está pegada en el manto, sino tan solo suspendida en el aire.
¡Suspendida en el aire, sobre la tela
de fibra de maguey, pero sin tocarla!
El 22 de diciembre de 1981 el padre
Mario Rojas descubre en el Observatorio Laplace de la ciudad de México, que las
estrellas del manto corresponden al Solsticio de invierno del día 12 de
diciembre de 1531, que pasó por México a las 10.26 de la mañana. O sea que a esa
hora Juan Diego desplegó el poncho y en esa hora de ese día los astrónomos han
comprobado tal acontecimiento al analizar la disposición estelar de las
estrellas que aparecen en el Manto de María.
También un ginecólogo, al colocar el
estetoscopio debajo de la cinta de armiño donde se ve que la Virgen se encuentra
encinta, se da cuenta que siente ruidos de latidos rítmicos. Los cuenta y se
lleva la sorpresa de que son de 115 a 120 pulsos en un minuto, que vienen a ser
los latidos del corazón del Niño Jesús, y corresponden en dicha cantidad a los
de un niño real.
¿Qué más debe hacer Dios para
convencernos de la Presencia tangible del mundo sobrenatural frente a nosotros?.
Estos llamados a la fe son tan rotundos, tan contundentes, que sorprende que el
mundo siga su curso como si nada ocurriese. ¡Despertemos, despertemos!. ¿Qué
acto de Dios falta para que nos decidamos a poner nuestros ojos EL?
Entrevista al Doctor José Aste
Tonsmann
Cuando el ojo humano observa, los
objetos que está mirando se reflejan en su retina. «Yo estoy reflejado ahora
mismo en su ojo», explica el doctor Aste en esta entrevista. «Dependiendo de que
el objeto esté más cerca o más lejos del ojo, se reflejará a mayor o menor
tamaño en el globo ocular», explica. «Y eso es lo que ocurre con los ojos de la
Guadalupana: la imagen que aparece recogida en sus dos retinas es la del momento
en que la Virgen se impresionó en la tilma de Juan Diego».
-Esas figuras, ¿no pueden ser
obra humana?
-José Aste Tonsmann: No, por tres
motivos. En primer lugar, no son visibles al ojo humano, salvo una: la del
español, que es la más grande. Nadie podría haber pintado unas siluetas tan
pequeñas. En segundo lugar, los pigmentos de esas figuras no se sabe qué origen
tienen. Ocurre lo mismo con la imagen de la Virgen: no está pintada, y nadie
sabe aún cómo se estampó sobre la tilma de Juan Diego.
-¿Y el tercero?
-José Aste Tonsmann: Las trece
figuras se repiten en los dos ojos. ¿Qué artista haría eso?. Además, su tamaño
varía de un ojo al otro, dependiendo de lo cerca que estuviera el personaje del
ojo izquierdo o derecho de la Virgen.
-¿Qué proceso siguió en su
experimento?
-José Aste Tonsmann: Primero se toman
unas fotografías de los ojos. Después se digitalizan. Son leídas por el
ordenador, y se realizan ampliaciones y filtrado de las imágenes.
-¿Quiénes aparecen en los ojos?
-José Aste Tonsmann: Hay un sirviente
casi desnudo; un anciano (el obispo Fray Juan de Zumárraga); un joven (el
traductor); un indígena con una tilma (Juan Diego); una mujer negra (una
esclava); un español con barba; y por último, una familia indígena con padre,
madre, tres hijos y dos adultos más, que pueden ser abuelos o tíos.
-¿Cómo sabe que el resto de
figuras corresponde a la esclava, al traductor, etc.?
-José Aste Tonsmann: Hay constancia
histórica. El anciano que aparece en los ojos de la Virgen guarda gran parecido
con los cuadros del obispo Zumárraga que hay de la época. Sobre la esclava
negra, Zumárraga dice en su testamento que le da la libertad, e incluso sabemos
que se llamaba María. En el Archivo de Indias se conserva el acta de embarque
del obispo cuando marchó al Nuevo Mundo.
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