Doce velas para el 2012
Cuando se apagan, las últimas horas
de este año 2011, encendemos en lo más hondo
de nuestras entrañas los mejores deseos de paz,
bienestar y alegría para el mundo.
¿Por qué no encender –ya desde ahora– doce cirios
que reflejen nuestra confianza y nuestra fe en Dios?
Esperanza para un mundo que se resiste
a ser feliz. La esperanza se siembra allá
donde un cristiano trabaja, vive y piensa.
Alegría para el hombre que sube y baja,
trabaja y conquista montañas, pero al cual
le cuesta sonreir. La alegría es sinónimo
de un corazón sano y espiritual.
Fortaleza para los momentos de dificultad.
La nochevieja tiene un defecto: nos hace olvidar,
por momentos, que “el día siguiente” existe.
Fe en Dios.
El materialismo no da, por sí mismo, la felicidad al hombre.
Nunca, el ser humano se ha visto tan envuelto en el oropel
de la riqueza y, contradictoriamente, tan ansioso e inquieto
Paz con los que me rodean.
Uno de los fallos que tenemos es el pensar, en la paz
que tenemos demasiado lejos. Volcar nuestros esfuerzos
por la fraternidad cerca de nosotros, está a nuestro alcance.
Conformidad con lo que me acontece y tengo.
Frente al afán de tener, uno vive más feliz, cuando
disfruta de verdad con lo que tiene, no con aquello
que nunca podrá alcanzar.
Ilusión por poner, en cada día del año que comienza,
una piedra que vaya edificando algo que merezca
la pena, para nosotros y también para los demás.
Animo por empezar de nuevo el camino que dejamos
inacabado en la consecución de nuestros proyectos,
trabajos o ideales. Roma no se hizo en un día.
Limpieza de ese baúl de recuerdos ingratos
y de trastos inservibles que, en el año viejo,
nos han aportado pesimismo, desazón o inquietud.
El corazón lo agradecerá.
Altruismo sano y divino para hacer más agradable
la vida a los demás. Una vida sin sensación de
“hacer algo por alguien” es como una tinaja
que nunca conoció la frescura del agua.
Coherencia para vivir según lo que uno cree y no,
desde aquellos postulados, que los listos de turno
nos dictan. Dar testimonio de nuestra fe, vivirla
y defenderla puede ser un claro síntoma
de vivir lo que creemos.
Constancia en aquello que nos deseamos
en las primeras horas de este año.
Un defecto que podemos tener es poner
la primera piedra y olvidarnos de seguir
levantando el hermoso edificio que puede
ser estos 366 días de este 2012
que vamos a comenzar a recorrer.
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