Un día en mi casa veía la película Los chicos del coro, dirigida por Christophe Barratier, que narra la vida de Clément Mathieu, un profesor de música en paro que en el año 1949 trabaja de vigilante en un internado de reeducación de menores, película, pues, basada en una historia real. En el momento preciso que yo recordaba que me había impactado en el cine, retrocedí en el DVD para escuchar la frase en la que se nota el cambio de actitud del pequeño cantor, protagonista de la historia.
Recordemos la escena:
Han invitado al Patronato del reformatorio para que escuche cómo cantan los niños. La fama de la coral ha llegado a sus oídos. En un rincón está Morange, disgustado, sin querer participar. Cuando se une al final de la canción, se establece la mirada de complicidad entre el niño y su profesor. Es cuando Clément Mathieu piensa emocionado: "En los ojos de Morange, que llevaba también mi compás, leí de pronto muchas cosas: el orgullo, la alegría de sentirse perdonado y también y, esto era nuevo para él, casi agradecimiento".
El descubrimiento de un niño, atrapado por el dolor, que muchos de nuestros hijos lo conocen en la primera infancia si los padres somos también agradecidos.
Saber agradecer repercute en la bondad personal, favorece las relaciones familiares, la de amistad y ayuda a nuestro hijo a valorar el trabajo del profesor --en su etapa escolar-- para tratarlo con respeto.
Quiero destacar que dar las gracias es una de las primeras palabras que hay que enseñar en los primeros pasos de nuestros hijos pequeños y la primera para repetirla en familia con total sinceridad, un término que debe salir del fondo del corazón.
En casa y en el colegio muchos niños aprenden el agradecimiento a partir de filmes que se ven y se debaten luego en familia o con profesores y compañeros de aula.
El cine es importante para que se asimilen en la vida muchos valores; no sólo el de la gratitud que aparece en Los chicos del coro sino en otras que elegimos para ver con nuestros hijos.
El productor de "La misión" y "Carros de fuego", David Puttnam, opina: "Las películas son mucho más que entretenimiento: sirven para reforzar o socavar los valores de una sociedad. Como cineastas, tenemos una gran responsabilidad porque dejamos una impronta de imágenes y pensamientos que duran toda una vida".
En estas dos películas del citado productor encontramos valores como la amistad, la lealtad, el amor a los demás por amor a Dios, el esfuerzo, el compañerismo o el espíritu de sacrificio. Muchas películas de juventud han quedado en nuestra memoria, es por ello que, como padres, nos importa dirigir el buen gusto de nuestros hijos en edades en que el cine influye en ellos.
|