Padre Patrick Peyton con su S.S. Juan Pablo II
Ha sido un famoso sacerdote irlandés, fundador de la Cruzada mundial del rosario en familia, que ha recorrido el mundo hablando del rosario y del amor a la Virgen María. Él dice sobre su vocación:
La razón para hacerme sacerdote ha sido, ante todo, la Santísima Virgen a través, especialmente, del rosario familiar… Otra razón fue el párroco, padre Roger O’Donnell, un hombre de Dios, lleno de humildad, a quien tenía el privilegio de acompañar visitando los hogares de los enfermos para llevarles los sacramentos, así como ayudarle a misa y disfrutar de su amistad. También deseé el sacerdocio, porque pensaba en las misiones de África. Soñaba en que un día partiría a evangelizar…
A los diecinueve años emigré a USA. Llegué al empezar le gran “depresión”. Tres hermanas mías habían ido ya antes que yo. Una de ellas, la que cuando estuve enfermo ofreció su vida al Señor por mí, le contó a Monseñor Paul Kelly, rector de la catedral de Scranton (Pensilvania), donde vivían, que yo iba a llegar a América con un hermano… Monseñor Kelly me ofreció trabajo: sacristán de la catedral.
Esto significó que tuve ocasión frecuente de quedarme solo con el Santísimo Sacramento, porque era el que abría las puertas por la mañana y el que las cerraba por la noche. Entonces, la vocación, que estaba muerta, volvió a vivir. El deseo de ser sacerdote volvió a ser intenso… Entré en el Seminario de la Congregación de la Santa Cruz. Dos años antes de mi ordenación, me puse enfermo: los médicos diagnosticaron tuberculosis. Me llevaron a la enfermería. Estaba mal de cuerpo y alma… Uno de mis profesores de la universidad de Notre Dame, sacerdote de nuestra Congregación, padre Cornelio Hegarty, vino a verme y durante media hora me habló de la Virgen María… y me convenció para que le pidiera la salud. De María recibí la salud, y su amor me liberó de la enfermedad, dejándome volver feliz a mi vocación: fui ordenado sacerdote. Por Ella moriría en agradecimiento y le daría un millón de mundos, si los tuviera. La Cruzada de Oración en familia ha sido el medio que Dios me ha concedido para manifestarle mi gratitud.