Mi querida Soledad,
me has emocionado con esto,
porque yo nada merezco.
¡Tanto vales tú y tan poca cosa yo!.
Gracias por tan hermoso ofrecimiento.
Bien sabes tú que mi corazón contigo va,
que aunque no hablemos en largo tiempo,
no es que te olvide ni te desprecie, no;
es que es mejor el alejamiento.
Mi querida Soledad,
quiero y deseo que tengas cosas buenas,
que te llegue mucho cariño y amor,
pues tienes un corazón de oro,
que vale más que todo un tesoro.
Mi querida Soledad,
cuídate mucho y disfruta de la vida,
porque ahora, este momento,
es el que vale, el que se disfruta;
ahora, en este momento,
en tí quiero una sonrisa.
Después, ..., ¡quién sabe!,
tal vez más que una sonrisa sea risa,
y entonces será mi corazón,
quien alegre se pondrá de tu dicha.
Con todo cariño, Rosa.