A UN HOMBRE
Salvemos este gran abismo del sexo,
y luego, todo será sencillo,
yo podré decirte que soy feliz,
o desdichada o que amo todavía.
Tú contarás los secretos de hombre,
tu orfandad ante la vida,
tu inusitada grandeza.
Seremos dos hermanos,
dos amigos, dos almas,
que alentamos por una misma causa.
Hace tiempo que dejé la coquetería,
olvidada en un rincón oscuro y polvoriento,
de mi primera, balbuceante feminidad.
¡Ahora sólo quiero que me des la mano,
con la fraternal melancolía,
de todos los seres que padecen el mismo destino!
No afiles, porque soy mujer,
tu desdén o tu galantería,
no me des la limosna,
de tu caballerosidad insalvable y amarga.
¡Quiero tu corazón, sin amor, pero amigo!
Ese corazón leal que repartes
entre los seres de tu mismo sexo.
¿No alcanzaremos nunca la paz de nuestras vidas,
la amistad que hace alta el alma,
calurosa la soledad y alegre el mundo?
RANZA
