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Poema
final
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Puedo decir ahora mi tristeza
más honda
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porque la tarde es dulce y tú
no estás conmigo.
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Todo en mi te reclama, y
evidencias de aurora
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parecen en el viento las
luces y el camino.
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Todo tiene un suave sabor de
besos tuyos.
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El color de tus ojos,
profundamente tibios,
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va tiñendo las cosas que,
amargas, me rodean
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como seres sin causa,
tristemente vencidos.
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Puedo decir ahora que ,siento
tu contacto
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como una flor caliente
rozando mis latidos.
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Puedo decir que advierto tus
manos prodigiosas
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poniendo en mi cintura su
carga de jacintos.
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Puedo decir ahora, mientras
la tarde muere,
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mi palabra más pura con mi
verso más vivo:
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estoy sola y te amo. Es
preciso que llegues.
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Habrá una luna nueva,
desnuda entre los pinos.
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Habrá, si tú lo quieres,
estrellas en mis ojos.
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y en mi boca un regusto muy
tenue de gemidos.
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y un resplandor agudo de
luces milenarias
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por los cauces escuetos, con
vocación de río.
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Habrá
un dulce milagro cercándonos la frente
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cuando
la noche llegue caliente de suspiros.
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Tú besarás mis manos
dormidas en tus manos,
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y crecerán gozosas las
flores del prodigio.
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Mas
ya sé que es inútil. No has de oír mi llamada.
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Nos
separa la angustia de sabernos perdidos.
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Nuestras
voces se rompen contra los altos muros,
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y regresan
heladas, como pulsos heridos.
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Puedo
decir ahora, compañero lejano,
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que
te fuiste, del aire mansamente cautivo.
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No
me llega tu llanto traspasado de sueño