La mística judía en España.-
Desde tiempos remotos España ha estado en el corazón de Israel. Algunas citas bíblicas nombran a España o alguna parte de su territorio con nombres antiguos hebreos, no en vano “I zfania” ofrecía abrigo a los marinos que escapaban de las tormentas. Algunos autores dice que Adoniram, recaudador de impuestos del rey Salomón, se encuentra enterrado en Morbiadero (o Murviedro como llamaron los musulmanes que la conquistaron en el diglo VIII, d.C. a Sagunto, Valencia), mientras que Itzjak Abarbanel, al interpretar la Biblia dice que el nombre Toledo proviene del término hebreo “taltala” que significa vagabundeo o migración, debido a que los judíos erraban allí en tiempos del Primer Templo. En el libro de Ovadía hay una frase que dice “los exiliados de Jerusalem en Sefarad (España), heredarán las tierras del Neguev. También diversas citas de la Mishna, del Talmud y otras escrituras antiguas sobre lápidas de tumbas de Tarragona y Tortosa, indican una presencia judía en España. Inclusive una Epístola de San Pablo a los romanos dice: “Vendré a vosotros en mi camino a Ispamia”.
Durante el exilio judío ocurrido en el Segundo Templo, una gran oleada ingresaría en España creando una de las más importantes diásporas, la cual se habría de distinguir del resto por: a) Su amplio desarrollo cultural; b) su organización social y económica y c) su considerable autonomía que incluía un sistema legal propio. Estos judíos gozaban en España de igualdad de derechos dentro del período comprendido entre el emperador romano y el califa musulmán, pero cuando el cristianismo se declaró religión oficial del Imperio Romano (año 324) y la posterior reunión de Elvira (S. IV), comenzaron una serie de restricciones para los judíos. Tiempo después, los visigodos, que al principio mostraron tolerancia, cambiaron a partir del año 587, cuando los reyes se convirtieron al cristianismo. En el año 613, Sisebuto ordenó a los judíos elegir entre cristianismo y judaísmo. Por eso, cuando España fue invadida por Tarik ibn Ziad, en el año 711, y convertida en el Al Andalus en el 755, los judíos se vieron favorecidos en sus derechos. Esto abrió de nuevo las puertas y a partir de ese año, ingresaron en España sabios judíos de todas las diásporas de Europa y norte de Africa. Todos adoptaron el árabe como idoma, por eso, muchos escritos judíos de ahí en adelante se escribieron en ese idioma. Más adelante se traducirían al latín, por la acción conocida llevada a cabo por Alfonso X, El Sabio.
Son innumerables las luminarias sefardíes. Sería casi imposible enumerar todas sus proezas y alcances en el campo literario y en el desarrollo de la teología, la ética, la medicina, y otros campos del desarrollo humano. Aunque no los podemos citar a todos, es obligado decir que Jehuda ben Moshe, Abulafia y Zag de Toledo, fueron los que tradujeron la mayoría de los libros científicos, médicos, filosóficos y teológicos al latín en la escuela toledana, la cual se establecería como centro del desarrollo del castellano y del gentilicio español o de la nacionalidad española que empezaba a formarse de manera incipiente en Castilla. Podemos decir que la cábala es española, pues se estructura en Gerona. El Zohar nace en Toledo. Comentarios a la Mishna y la Gemará que pasarían a formar parte de la tora se produce en España por la acción del que conocemos bajo el nombre de Maimónides (Moisés Maimón). También se escribe en ladino, la lengua litúrgica del sefardí, el Mean Loez, un libro desconocido para nosotros y que contiene todos los aspectos de la liturgia del judío español. Este libro se empezó a escribir en Turquía en lengua judeo española copiando la liturgia hebrea con sentido sagrado, para ello no tomaron en cuenta las diferencias de la construcción gramatical entre la lengua hebrea y la ladina, siendo prácticamente igual esta última al castellano de hoy. Los dos rabinos que escribieron el Mean Loez se encontraban entre los expulsados de España y que acogió el país otomano. Es un libro importante con siete partes.
El 31 de julio de 1.492, tres días antes de la partida de Colón, los últimos judíos atravesaban las fronteras de España, cumpliendo con la órden de expulsión decretada por los Reyes Católicos el 31 de marzo de 1.492. Algunos se quedaron convertidos al cristianismo y se denominaron marranos. Otros, como Fernando de Rojas, presumible autor de La Celestina, mantenían en secreto su fe judía. Los judíos conversos no se asimilaron a la sociedad católica española, pues el Estado les prohibía asumir cargos oficiales importantes. Por si aún no era bastante con la expulsión, para hacerla más efectiva, los reyes Católicos le pidieron al Papa Sixto IV, que iniciara en España la llamada santa inquisición.
El sultán otomano Bayazid, abrió sus puertas a los exiliados judíos procedentes de España. Uno de sus asesores hace una crítica diciendo que España se empobrecía con la expulsión mientras que su país se enriquecía. También Emilio Castelar en 1869, ante el Parlamento, dijo: “Los grandes genios europeos que iluminan actualmente el mundo, podrían iluminar desde España si no hubiéramos expulsados a nuestros judíos”, y puso como ejemplo a Baruj Spinoza, un hijo de españoles con quien España no puede compartir su gloria.
Con la expulsión viajó la cábala a diversos puntos del planeta: Imperio Otomano, Israel, Egipto, los Balcanes, Safed (Siria), Marruecos, a toda Europa y Las Américas. Los postulados de Luria que se engloba en lo que se llama Cábala Tardía, se hubieran proclamado en España de no ser por la expulsión. Todos los judíos expulsados conservaron su modalidad de rezo acostumbrado en España en lengua ladina. Mantuvieron también el sefardí o juedo-español, un castellano precervantino y precolombino. En este idioma cantaban cientos de años después las romanzas españolas en barrios judíos de Salónica, Larissa, Sofía, Bucarest, Sarajevo, Belgrado, Esmirna, Jerusalem, Hebrón, Damasco, El Cairo, Tánger, Aleppo y Alejandría. El viajero español Domingo de Tuel llegó a Aleppo (Siria) en el año 1634, y quedó sorprendido al escuchar en cientos de hogares judíos, canciones españolas de la época junto con romanzas de los siglos XIV y XV.