Volver al barrio siempre es una huida
casi como enfrentarse a dos espejos
uno que ve de cerca, otro de lejos
en la torpe memoria repetida.
La infancia, la que fué, sigue perdida
no eran así los patios, son reflejos,
esos niños que juegan ya son viejos
y van con más cautela por la vida.
El barrio tiene encanto y lluvia mansa
rieles para un tranvía que descansa
y no irrumpe en la noche ni madrugada.
Si uno busca trocitos del pasado
tal vez se halle a sí mismo ensimismado,
volver al barrio, siempre es una fuga.
Mario Benedetti