La Capitana
María Remedios del Valle, negra y pobre, había formado parte del Cuerpo
de Andaluces que defendió la ciudad de Buenos Aires durante las
Invasiones Inglesas. En 1810 se incorporó al Ejército Auxiliar para las
provincias del Norte con su marido y dos hijos. Sólo ella volvió viva.
Fue parte del ejército de 1500 hombres, de los que sólo 600 tenían armas
de fuego. Se presentó ante Belgrano para solicitarle permiso de atender
a los heridos de las primeras líneas de combate. El se lo negó: ella se
filtró entre las líneas de retaguardia y llegó al centro de la
conflagración, donde asistió y alentó a los soldados. Entonces, Belgrano
cambió de opinión y la nombró capitana. Cayó presa de los realistas en
Ayohúma y fue sometida a nueve días de azotes públicos. Pero escapó, y
volvió a sumarse al ejército.
Años más tarde, una anciana negra mendigaba alrededor de las iglesias de
la Recova (hoy Plaza de Mayo). Se hacía llamar "La Capitana" y mostraba
cicatrices que decía que le habían hecho cuando peleaba por la patria.
Algunos transeúntes le daban limosna y todos pensaban que estaba loca.
Un frío agosto de 1827, pasaba por esa misma plaza el general José
Viamonte, héroe de la Independencia, y La Capitana extendió su mano para
pedir limosna. Viamonte se detuvo sorprendido: la cara de la mujer le
resultaba familiar. Le preguntó su nombre. Ella se lo dijo. Luego de un
silencio, Viamonte exclamó: "¡Pero si es la madre de la Patria!" Así la
llamaban los soldados que atendía en el campo de batalla.
Cuando Viamonte la reconoció, quiso ayudarla, y como diputado de la
Junta de Representantes presentó un proyecto para que se le otorgara una
pensión en reconocimiento por los servicios prestados. Se generó un
debate en el que otros diputados pedían pruebas. Tomás de Anchorena, que
había sido secretario del general Belgrano, se hallaba en el recinto y
apoyó lo propuesto por Viamonte. Finalmente, no sólo se le otorgó la
pensión sino que además decidieron encargar una biografía de Remedios y
un monumento. Nunca le dieron la pensión, ni se escribió su biografía ni
se alzó su monumento. Murió en la miseria.