Te quiero,
así
así
de pronto,
así de tonto... pero
te quiero.
Te quiero,
así de claro,
así de raro...
pero te quiero.
Te quiero.
así de burdo,
así de absurdo... pero
te quiero.
Porque esta noche tristeza obliga,
más que a la amante quiero a la amiga.
Más que tu pan, quiero tu miga.
así de tonto... pero
te quiero.
Te quiero,
así de claro,
así de raro...
pero te quiero.
Te quiero.
así de burdo,
así de absurdo... pero
te quiero.
Porque esta noche tristeza obliga,
más que a la amante quiero a la amiga.
Más que tu pan, quiero tu miga.
Luis Eduardo Aute
Me pasé el día de ayer pensando lo rara que
soy
Aún no he perdido la costumbre de decir gracias o de poner delante el “por favor” cada vez que pido algo, de apurarme a ayudar a quien veo atravesando algún trance sin esperar a que me lo solicite, de enviar alguna postal divertida o bella o significativa a alguien que deseo agasajar.
Esto solo ya me pone el alfiler en las alas y me ubica en la colección de las rarezas. A qué negarlo!
No ha faltado ni habrá de faltar alguien en mi vida que critique mi forma dispendiosa de entregarme a los demás y es que,en principio, yo no pongo límites al darme.
Debo haberme olvidado el gotero cuando nací, y carezco de instrumentos para dosificar mi entrega. Sin embargo desde mi experiencia personal creo que la propia dinámica de las relaciones pone esos frenos o, al menos, no me ha sucedido aún sentirme totalmente desinflada, como esos globos que al perder el aire quedan todo arrugaditos, o las pasas de uva que son retiradas del pastel de carne –por aquellos a quienes no les gustan las pasas de uva-
Aún no he perdido la costumbre de decir gracias o de poner delante el “por favor” cada vez que pido algo, de apurarme a ayudar a quien veo atravesando algún trance sin esperar a que me lo solicite, de enviar alguna postal divertida o bella o significativa a alguien que deseo agasajar.
Esto solo ya me pone el alfiler en las alas y me ubica en la colección de las rarezas. A qué negarlo!
No ha faltado ni habrá de faltar alguien en mi vida que critique mi forma dispendiosa de entregarme a los demás y es que,en principio, yo no pongo límites al darme.
Debo haberme olvidado el gotero cuando nací, y carezco de instrumentos para dosificar mi entrega. Sin embargo desde mi experiencia personal creo que la propia dinámica de las relaciones pone esos frenos o, al menos, no me ha sucedido aún sentirme totalmente desinflada, como esos globos que al perder el aire quedan todo arrugaditos, o las pasas de uva que son retiradas del pastel de carne –por aquellos a quienes no les gustan las pasas de uva-
Me gusta esto del darme y es menester no olvidar que sarna con gusto no pica.
Soy rara, por qué no admitirlo.
Pruebas al canto: me las paso atrayendo apáticos, gente desganada, displicente, indolente, desabrida y demás sinónimos.
La flojera cunde alrededor mío como si fuera yo el Gran Imán de los desidiosos y ¿adivinen qué? Me pongo a empujar del carromato con ellos dentro jejeje.
Soy una gran hacedora de estímulos, saco mi galera de prestidigitadora y aparecen incentivos de distinto peso y color. A pesar de ser una tarea ardua e ingrata, me retribuye sobremanera verlos girando alrededor “haciendo cosas”, impulsados por una invisible ráfaga huracanada que los saca de su letargo y su desidia, y aún cuando sólo lo logre por un día o dos.
Existe, sin embargo, otra rara avis que me
preocupa sobremanera: la radical abulia de los que sufren un desorden
psicológico, aquellos que sin hacer nada para lograrlo, pasan de un
estado de éxtasis y galopante energía a un estado de depresión donde
sólo entran el desinterés, el desgano y la indiferencia.
Me producen escalofríos.
Extraen de mí la madre sobreprotectora, la diosa indulgente, la ninfa preocupada. Me pueden, como decimos los argentinos.
Y ahí me meto con todo, me sumerjo en esas aguas oceánicas, donde el abismo es incalculable, imprevisible, decididamente hondo.
Improba tarea el melancólico, un desafío abierto que nunca se puede cerrar...circular...agónico... insondable... Ahí no hay recetas, hay ensayo y error, hay desilusión constante, hay dolor que desgarra, entumece, paraliza. Pero qué estallido de estrellas! Qué resplandor incomparable! Qué música embriagadora me envuelve cuando le intuyo feliz, cuando lo veo saliendo a la luz y de cara a todos los demás, aunque dure lo que vive una mariposa efímera.
Esta extravagancia de mi rareza me tiene divagando últimamente
Y es que me enojo conmigo misma cuando no logro sacarlo del mutismo, del desgano, de la apatía. Lo que más me preocupa es que siento el cansancio, el hartazgo, el para qué que siempre arruina el desafío. Sólo espero que no le gane a mis ganas.
Me producen escalofríos.
Extraen de mí la madre sobreprotectora, la diosa indulgente, la ninfa preocupada. Me pueden, como decimos los argentinos.
Y ahí me meto con todo, me sumerjo en esas aguas oceánicas, donde el abismo es incalculable, imprevisible, decididamente hondo.
Improba tarea el melancólico, un desafío abierto que nunca se puede cerrar...circular...agónico... insondable... Ahí no hay recetas, hay ensayo y error, hay desilusión constante, hay dolor que desgarra, entumece, paraliza. Pero qué estallido de estrellas! Qué resplandor incomparable! Qué música embriagadora me envuelve cuando le intuyo feliz, cuando lo veo saliendo a la luz y de cara a todos los demás, aunque dure lo que vive una mariposa efímera.
Esta extravagancia de mi rareza me tiene divagando últimamente
Y es que me enojo conmigo misma cuando no logro sacarlo del mutismo, del desgano, de la apatía. Lo que más me preocupa es que siento el cansancio, el hartazgo, el para qué que siempre arruina el desafío. Sólo espero que no le gane a mis ganas.
Como dice Miguel
d´Ors:
Raro asunto la vida: yo que pude
nacer en 1529, o en Pittsburg o archiduque,
yo que pude ser Chesterton o un bonzo,
haber nacido gallego y d´Ors y todas esas cosas.
Raro asunto
que entre la muchedumbre de los siglos,
que existiendo la China innumerable,
y Bosnia, y las cruzadas, y los incas,
fuese a tocarme a mí precisamente
este trabajo amargo de ser yo.
Retomando
las rarezas:
aún me gusta la siesta,
hago mis sumas mentalmente (léase no uso calculadora),
recuerdo los cumpleaños y saludo con entusiasmo cada vez,
me supergusta el Domingo, es mi día de culto personal: me mimo, hago sólo lo que me agrada, no me cito con nadie, salvo con mi hijo que es mi perdición ya que me puede desde la A a la Z,
pongo manos puñito cuando me enojo o me ponen nerviosa,
pido perdón después de una terrible pelea aunque esté convencida que tengo la razón,
soy capaz de ayudar a mi enemigo más acérrimo y declarado si me lo pide o si me doy cuenta que sólo yo podría hacerlo o querría hacerlo,
estoy siempre junto al árbol caído e impido en lo posible que le hachen ramas,
soy romántica hasta darme asco y no me importa un comino si me dicen cursi,
puedo ver cine retro hasta el cansancio (sin cansarme),
adoro quedarme con el pijama puesto el máximo tiempo posible y soy capaz de salir así a la calle a llevar la bolsa de residuos, pantuflas incluidas,
alucino si puedo estar un día entero escuchando música clásica, sin que venga el dictador y me apague el sub-buffer,
si algo me molesta mucho se nota en mi silencio (eso dicen hasta los que hablan conmigo por teléfono),
tiendo a ausentarme en serio cuando una actitud me cae gorda, cuando me desanima una omisión, cuando no entiendo otra ausencia, cuando tengo la leve sospecha que a alguien le caigo pesada o gravosa,
peco de ser obsesivamente permisiva con mis obsesiones, hasta el punto de gastar fortunas en llamadas internacionales para escuchar el “bueno “ que me hace daño, con la íntima esperanza de que deje de lastimarme algún día…
aún me gusta la siesta,
hago mis sumas mentalmente (léase no uso calculadora),
recuerdo los cumpleaños y saludo con entusiasmo cada vez,
me supergusta el Domingo, es mi día de culto personal: me mimo, hago sólo lo que me agrada, no me cito con nadie, salvo con mi hijo que es mi perdición ya que me puede desde la A a la Z,
pongo manos puñito cuando me enojo o me ponen nerviosa,
pido perdón después de una terrible pelea aunque esté convencida que tengo la razón,
soy capaz de ayudar a mi enemigo más acérrimo y declarado si me lo pide o si me doy cuenta que sólo yo podría hacerlo o querría hacerlo,
estoy siempre junto al árbol caído e impido en lo posible que le hachen ramas,
soy romántica hasta darme asco y no me importa un comino si me dicen cursi,
puedo ver cine retro hasta el cansancio (sin cansarme),
adoro quedarme con el pijama puesto el máximo tiempo posible y soy capaz de salir así a la calle a llevar la bolsa de residuos, pantuflas incluidas,
alucino si puedo estar un día entero escuchando música clásica, sin que venga el dictador y me apague el sub-buffer,
si algo me molesta mucho se nota en mi silencio (eso dicen hasta los que hablan conmigo por teléfono),
tiendo a ausentarme en serio cuando una actitud me cae gorda, cuando me desanima una omisión, cuando no entiendo otra ausencia, cuando tengo la leve sospecha que a alguien le caigo pesada o gravosa,
peco de ser obsesivamente permisiva con mis obsesiones, hasta el punto de gastar fortunas en llamadas internacionales para escuchar el “bueno “ que me hace daño, con la íntima esperanza de que deje de lastimarme algún día…
"Ah, pero no: la vida es una cosa
tan llena de salud maravillosa,
es un regalo de placer tan fiero,
es un juego tan útil, tan demente,
que ya he vuelto a creer absurdamente
porque dijiste nada más: te quiero."
-Carilda Oliver Labra-
………….
………….
Ahora nos queda un interrogante
¿Soy yo la rara?
¿O es un mundo raro?
como ése que canta José Alfredo Jiménez
Cuando te hablen de amor y de ilusiones
y te ofrezcan un sol y un cielo
entero,
si te acuerdas de mí, no me
menciones,
porque vas a sentir amor del bueno.
Y si quieren saber de tu pasado
es preciso decir una mentira,
dí que vienes de allá, de un mundo
raro,
que no sabes llorar, que no
entiendes de amor
y que nunca has
amado.
Porque yo a donde voy, hablaré de tu
amor
como un sueño dorado
y olvidando el rencor no diré que tu
adios
me volvió desgraciado.
Y si quieren saber de mi pasado,
es preciso decir otra mentira,
les diré que llegué de un mundo raro,
que no sé de dolor, que triunfé en el
amor
y que nunca he llorado.
MIR