Exiliada, en cualquier punto de un sentimiento que me ayude a no caer… y si es preciso desfallecer, ¡que me inspire a levantarme!…absorta en la meditación que me ausenta de este mundo hostil para internarme en otro con cántico a plegaria y rictus de paz que ilumine la mirada…preciso ser y no ser de este mundo, me exilio, de vez en vez, sin pasaporte requerido, en esa dulce manía de arrebatarle a la rutina lo que por esencia me corresponde… me voy, con la bandera del que no tiene más patria que la propia libertad y el derecho de amar y ser amado…¡me exilio!, ¡a no sé dónde!…pero me nombro expatriada de lo que no me permite ser feliz…y es que ¡no abandono el barco antes de hundirse!... sólo me libero de lo que me ata como ancla a la pesadez de mi universo…tan sólo eso…lo inevitable es que en el trayecto siempre llueve, mas me cubro de afectos que en mi corazón me llevo…los mismos que en esta vida me sostienen…cuando, ante mi partida, me empieza a lloviznar por dentro…