Conversar
Conversar a gusto es rebosar
de consuelo una copa que no tiene precio.
La conversación es como un
escudo que desvía las flechas de la confusión y de la amargura.
Conversar es deshacer a veces
las cosas que nos oprimen, como se deshace la espuma
con el mar.
Las penas se desmenuzan, como
si la conversación fuera un unguento mágico para calmarlas.
Cuando se sabe conversar no
hay palabras huecas, todas parecen rocío sobre la corteza
de la vida, abrasada por el
sol o sacudida por las tempestades sentimentales.
La conversación tranquiliza,
nivela, refresca, orienta, ayuda.
Después de una conversación
íntima, sabrosa, parece que hemos retoñado.
Y sólo después de retoñar
podemos esperar las flores y los frutos.
Conversa hondo, tierno,
tranquilo, relajante, lúcido, sensato, comprensible.
Sin olvidar la indulgencia y
la justa medida. Conversa vaciando lo mejor que tienes para dar.
Conversa tocando las fibras
más sensibles y más sabias para que otros
se valgan de ellas y las
utilicen para su bien.
Autora: Zenaida Bacardí de
Argamasilla. (Es copia parcial)
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