Conversar
Conversar es poner a espigar dos granos que se confunden y
se identifican en copa
y raíz. Los labios que ponen
amor al conversar, tienen una canción
muy alta que enciende la
vida, y otra muy secreta, que se nos queda dentro.
Entre tanto tumulto,
ruidos y carreras se olvida uno al conversar de sacar esas ideas
que sirven para echar raíces,
y esas raíces que sirven para sostener la amistad
sin medir los años.
La vida moderna ha eliminado
el espacio para conversar. Y ha empezado a llamar superfluo
a ese tiempo en que cada
persona da su mensaje, su palabra tibia,
abre sus alforjas y enciende
su luz.
Con la vida moderna nos hemos
acostumbrado a mirar “por fuera”,
atendiendo sólo al fichero
numerado de trabajos, lugares, cosas.
Y olvidando que también por
dentro hay un espacio inmenso que llenar.
Y que en ese espacio tenemos
obligación de colgar mariposas, sueños, milagros…
Tenemos obligación de
conversar con palabras que sean llaves para ver
de qué agoniza el hombre
detrás de cada puerta.
Y de qué enfermedad padece que
lo está haciendo morir poquito a poco, todos los días.
Conversa para que la vida
de los demás palpite con tu vida.
Autora: Zenaida Bacardí de
Argamasilla