Mi conciencia, mi mejor amiga…
Querida conciencia, hoy te escribo para darte gracias y
pedirte perdón. Te doy gracias porque siempre me has aconsejado
para hacer lo correcto, siempre que iba a hacer algo que no debía,
vos me hablabas y gritabas, y hasta te retorcías
generándome una molestia
en el corazón para que yo no hiciera “eso” que no debía…
Perdón porque durante muchos años cada vez que me tratabas
de ayudar yo te callaba, te ataba con lazos de necedad
o te encerraba tras muros de orgullo.
Pero como sabrás, desde hace un tiempo, conocí a Dios, al aceptar
a Jesús en mi corazón. Gracias al amor de Dios Padre y de Jesús mi Salvador,
hoy vos amada conciencia mía eres libre de nuevo.
En ese momento comprendí que uno de los primeros regalos que Dios
me dio fuiste vos, “mi conciencia”.
Ahora que estamos libres del orgullo, de la mentira… puedo
disfrutarte y aunque en algunas cosas me cuesta hacerte caso,
puedo escucharte con más fuerza que nunca y sé que día a día Dios
permite que estés en mí, y le pido a Jesús que te fortalezca con su eterno amor.
Gracias Dios, Gracias Jesús por amarnos tanto y regalarme, entre tantas
otras cosas, mi conciencia.
Aproveché un momento de auto reflexión, y me di cuenta
de que gracias a Jesús mi conciencia y yo somos libres.