Cuando tomo decisiones junto con otros, acudo al Espíritu por las cualidades que necesito. Suscito paciencia, humildad y comprensión para tener la capacidad de escuchar atentamente y compartir mis pensamientos honesta y claramente. Al aceptar que mi punto de vista puede no prevalecer, honro la decisión del grupo, ya sea respecto a elecciones políticas, decisiones de la comunidad o sencillamente escoger un restaurante con un grupo de amigos. Al permanecer abierto y flexible, soy un agente de armonía en el mundo.
Al expresar mis pensamientos y preferencias sin argumento o lucha, erijo un recurso de afinidad interna que me ayuda a vivir en solidaridad con los demás.
Y sobre todo, revístanse de amor, que es el vínculo perfecto.—Colosenses 3:14