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General: Zuñiga el arte
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De: Fdo Black  (Mensaje original) Enviado: 06/12/2012 23:20

“Francisco Zúñiga es a veces más conocido por el nombre que por la propia obra y, cuando la obra es conocida, se trata de cierto tipo de figuras, las que todos identifican como un Zúñiga”, explica en entrevista Ariel Zúñiga, hijo del escultor y pintor de origen costarricense a quien el Museo Nacional de Arte (Munal) ofrece un homenaje en el centenario de su nacimiento con la exposición Francisco Zúñiga. Cuerpos del Territorio, que se inaugura esta noche.

Nacido en San José de Costa Rica el 27 de diciembre de 1912, Francisco Zúñiga llegó a México en 1936 y en este país dio vida a la mayor parte de sus obras. Sus pinturas, dibujos y esculturas tuvieron como motivos el mundo indígena y el paisaje que descubrió al llegar a México, diferente al de su país de origen. Sus obras poseen contundencia y expresividad.

Considerado uno de los mas grandes artistas mexicanos del siglo XX -el propio Zúñiga, su hijo y muchos de sus contemporáneos acostumbraban referirse a él como mexicano- fue un creador que aprendió y convivió con grandes figuras del arte nacional como Manuel Rodríguez Lozano, Guillermo Ruiz, Oliverio y Ricardo Martínez, Juan Cruz y Rómulo Rozo, y que fue maestro de generaciones de artistas a su paso por la escuela de La Esmeralda, donde, por ejemplo, fueron sus discípulos los hermanos Pedro y Rafael Coronel.

“Mi padre decía que no le preocupaba ser original sino aportar algo personal al tema que trataba. El suyo era un tema que en ese momento aquí todos los artistas trataban: el México indígena que a él le fascinaba, lo siguió retratando toda su vida, incluso cuando otros dejaron de hacerlo, cuando vinieron las Rupturas y los cambios; él siguió trabajando eso porque consideraba que aún era vigente lo que estaba haciendo y que el ritmo de los artistas no es el de la tecnología y del mundo”.

La crítica de arte Raquel Tibol ha resaltado en Zúñiga su dominio del oficio de la escultura y la síntesis, con “gran lirismo” del desnudo femenino: “Supo respetar ese estilo austero que a la vez marcó estilo. La síntesis verdaderamente insólita para su tiempo dentro de la corriente mexicanista o nacionalista y simbólica. La obra de Francisco Zúñiga, escultor monumental, escultor sensible, supo retratar un tipo de figura de mujer que reúne tanto el dolor ancestral de la marginación como la herencia de una cultura superior”.

La versatilidad de Zúñiga

El propósito de la exposición que hoy se inaugura en el Museo Nacional de Arte no es hacer una retrospectiva ni una exhibición didáctica y exhaustiva, sino un homenaje que retrate la versatilidad del artista que es más conocido por su escultura, pero que primero fue pintor, que a comienzos de los años 60 dejó la pintura, que dio vida a una abundante obra en dibujo, que integró a sus paisajes la naturaleza mexicana, los indígenas y, de manera particular, a las mujeres en quienes encontraba un misterio que les hacía más atractivas que cualesquier otro tema.

Esculturas, óleos, dibujos, los primeros cuatro volúmenes del catálogo razonado de su obra se presentan en dos salas del Munal. A cargo del concepto curatorial de la exposición, Ariel Zúñiga describe que es una muestra de 32 pinturas todas provenientes de la colección de la familia. Aunque se consideró incluir obra de colecciones privadas no fue posible por cuestiones de presupuesto y por el cambio de sexenio.

Francisco Zúñiga. Cuerpos del Territorio incluye tres óleos, dibujos y alrededor de 10 esculturas.

“La exposición comprende obras desde el año 36, cuando llegó a México, hay dos dibujos de esa época, dos óleos que son del 38 y del 48; la figura central de la exposición es el grupo de cuatro mujeres de pie, que son figuras de tamaño natural en bronce; también se presentan dos mármoles, un ónix amarillo... El grupo de cuatro mujeres es la principal obra, todo gira ahí, incluso hay dibujos alusivos”, explica Ariel, quien con sus hermanos Javier y Marcela, y su madre Elena Laborde difunden la obra del maestro Zúñiga a través de la Fundación Zuñiga Laborde AC.

Ariel, quien fue realizador cinematográfico, opina que falta diálogo con otros artistas, para que se conozca la obra de Zúñiga.

“Mostrar todos sus aspectos va a redundar positivamente; hay una cantidad de artistas jóvenes que no le conocen”.

En la exhibición se propone al público un muestrario de los distintos periodos de sus obras en México; no se incluyen obras realizadas en Centroamérica ni las que hizo al final de su vida, cuando quedó ciego pero continuó creando.

Itinerancias

Al llegar a México, tras haber quedado marcado por el oficio de su padre como escultor de imágenes religiosas y haberse formado en la Escuela de Bellas Artes de su ciudad natal, Francisco Zúñiga se enfrentó al tema de resolver la relación entre paisaje y figura. Lo explica su hijo:

“Él viene de un país tropical donde, por más que las montañas son muy altas, están a 20 metros, en cambio aquí hay paisajes inmensos y las figuras adquieren otra proporción en relación con ese otro paisaje. Cuando llega a México, se da cuenta de que había extraordinarios pintores y, sin embargo, pocos escultores verdaderamente importantes, entonces se aboca a ese otro arte”.

Si a Zúñiga le interesa que se aprecien esos otros matices de la obra de su padre es porque cree que se ha vuelto “más cómodo” identificar su trabajo sólo con la escultura. “Hay muchos artistas con los que la gente se sorprende de que hicieran cosas que forman parte de su evolución; el arte no evoluciona como la vida y la tecnología, no hay progreso... En el arte se trata de aportar algo personal a un tema general”.

Como un aspecto positivo, Ariel destaca que muchas obras de su padre se conservan muy bien, como las de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes o del Centro Médico.

Uno de los trabajos de la Fundación ha sido conformar el catálogo razonado, del que llevan cuatro volúmenes: el primero, sobre escultura (más de mil 200); el segundo con los óleos, grabados y reproducciones, y el tercero y el cuarto con los dibujos, aunque los 4 mil que han incluido aquí no son ni la tercera parte de los dibujos que hizo.

“Y sin embargo de cada 10 dibujos que hacía había otros tantos que rompía; él no producía en función del mercado, sino en función de una necesidad interna muy fuerte”.

 





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